lunes, 19 de julio de 2010

VIVIMOS CRUCIFICADOS SIN CRUZ

Se dice crucificado cuando se está clavado en un madero en cruz.

Gran parte de nuestra vida estamos crucificados por miles de sufrimientos sin madero en que sustentarnos.

Vivimos siempre inseguros, inestables, cabreados y angustiados por sufrimientos reales o imaginarios sin más ayuda que la propia o la que nos puedan dar y sin mucha esperanza de que se despeje el horizonte.

Cuando los cristianos vivían en las catacumbas y se reían de ellos porque se declaraban seguidores de UN CRUCIFICADO, es cuando más orgullosos se sentían de Jesús y más confianza tenía precisamente por estar Crucificado, porque sabían que toda la fuerza venía de la CRUZ.

“Lejos de mi gloriarme en otra cosa que nos sea en Cristo y en Cristo Crucificado”, decía y sentía San Pablo cuando era perseguido y torturado.

Muy pocas veces nos apoyamos en la CRUZ de Cristo que es la única que nos puede sostener, porque tememos que si la aceptamos, vamos a sufrir como ÉL y hasta es posible que nos avergoncemos de ser seguidores de uno que está crucificado.

“A la manera que Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es preciso que sea levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en ÉL, tenga la vida eterna” Esto es lo que le dijo Jesucristo a Nicodemo.

“Que cada uno cargue con su cruz y me siga, porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.

“Venid a mí todos los que andáis con trabajos y cargas, que yo os aliviaré”.

Jesucristo no dice que nos va a LIBRAR de los trabajos, cargas y las cruces diarias, sino que nos ALIVIARÁ, que no es poco, dado que somos peregrinos.

Que no tema el que quiera ser amigo de Jesucristo, que su cruz le oprima y le esclavice, todo lo contrario, esa CRUZ será siempre su tabla de salvación de otras muchas crucifixiones sin MADERO.

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