viernes, 13 de mayo de 2011

¿POR QUÉ LA VIRGEN SE APARECE A LOS MÁS DÉBILES?

Como la Virgen lleva nuestra sangre y la sangre tira, no se resigna a estar en el Cielo y por eso, de vez en cuando hace alguna de las muchas Apariciones para, como Madre amorosa, darnos algunos consejos para nuestra felicidad y salvación eterna.

Y ¿Por qué casi siempre se aparece a los más débiles como al indio Juan Diego el 12 de Diciembre de 1531. A Bernardeta Soubirous en Lourdes el 11 de Febrero de 1858 y a los tres pastorcitos en Fátima el 13 de Mayo de 1917?

Porque los niños nunca mienten y no dudan ante cualquier acontecimiento por extraordinario que sea y la Virgen como Madre se entiende mejor con los más pequeños que son más obedientes y cariñosos.

Si se le apareciere al Papa, posiblemente sería el menos creído porque diríamos ¿Qué nos va a decir el Papa que ya no sepamos?, por eso la Virgen sabe lo que hace.

Hoy 13 de Mayo hace 94 años que la Virgen se le apareció en Fátima los tres pastorcitos a Lucia,(10 años), Francisco (9 años), y Jacinta (7 años).

Sepamos como fue la Aparición y el diálogo que mantuvieron.

En las pendientes de Cova, cerca de Fátima dejaron sus ovejas los tres niños para que pastorearan mientras ellos jugaban en la pradera.
Después de haber tomado su almuerzo alrededor del mediodía decidieron rezar el rosario, aunque de una manera un poco trucada, diciendo sólo las primeras palabras de cada oración.
Al instante, ellos fueron sobresaltados por lo que después describieron como un “rayo en medio de un cielo azul”.
Pensando que una tormenta se acercaba, se debatían si debían tomar las ovejas e irse a casa.
Preparándose para hacerlo, fueron sorprendidos por una luz extraña.
Comenzamos a ir cuesta abajo llevando las ovejas hacia el camino. Cuando estábamos en la mitad de la cuesta, cerca de un árbol de roble, vimos otro rayo, y después de dar unos cuantos pasos más, vimos en un árbol de roble (uno más pequeño, más abajo en la colina) a una Señora vestida de blanco, que brillaba más fuerte que el sol irradiando unos rallos de luz clara e intensa.
Nos detuvimos asombrados por la aparición. Estábamos tan cerca que quedamos en la luz que la rodeaba, o que ella irradiaba, casi a un metro y medio.

Por favor, no temáis, no os voy a hacer daño.

Lucia respondió por parte de los tres, como lo hizo durante todas las apariciones.

¿De dónde eres?

Yo vengo del Cielo

La Señora vestía con un manto puramente blanco, con un borde de oro que caía hasta sus pies. En sus manos llevaba las cuentas del rosario que parecían estrellas, con un crucifijo que era la gema más radiante de todas. Quieta, Lucía no tenía miedo. La presencia de la Señora le producía sólo felicidad y un gozo confiado.

¿Qué quieres de mí?

Quiero que regreses aquí los días trece de cada mes por los próximos seis meses a la misma hora. Luego te diré quién soy, y qué es lo que más deseo. Volveré aquí una séptima vez.

¿Y yo iré al Cielo?

Sí, tu irás al Cielo

¿Y Jacinta?

Ella también irá

¿Y Francisco?

El también, amor mío; pero primero debe decir muchos rosarios.
La Señora miró a Francisco con compasión por unos minutos matizado con una pequeña tristeza. Lucía después se recordó de algunos amigos que habían fallecido.

¿Y María Nieves está en el Cielo?

Sí, ella está en el Cielo

¿Y Amelia?

Ella está en el Purgatorio

¿Se ofrecerán a Dios y tomarán todos los sufrimientos que ÉL les envíe en reparación por todos los pecados que LE ofenden y por la conversión de los pecadores?

Oh, Sí, lo haremos.

Tendrán que sufrir mucho; pero la gracia de Dios estará con ustedes y los fortalecerá.

Lucía relata que mientras la Señora pronunciaba estas palabras, abría sus manos y fuimos bañados por una luz celestial que parecía venir directamente de sus manos. La realidad de esta luz penetró nuestros corazones y nuestras almas y sabíamos que de alguna forma, esta luz era Dios y podíamos vernos abrazada por ella.
Por un impulso interior de gracias, caímos de rodillas repitiendo en nuestros corazones:
“Oh Santísima Trinidad, te adoramos. Mi Dios, mi Dios, te amo en el Santísimo Sacramento”.

Los niños permanecían de rodillas en el torrente de esta luz maravillosa, hasta que la Señora habló de nuevo mencionando la guerra en Europa de la que tenían poca noción.

Digan el Rosario todos los días para traer la paz al mundo y el final de la guerra (la de 1914).

Después de esto Ella se comenzó a elevar lentamente hacia el este, hasta que desapareció en la inmensa distancia. La luz que la rodeaba parecía que se adentraba entre las estrellas, es por eso que a veces decíamos que vimos los cielos abrirse.

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