Si
cuando se mata a un personaje muy importante y para darle la máxima categoría
se le dice que es una muerte de “Lesa Majestad”, bien se podría decir que el
matar el tiempo es de “Lesa Vida” porque la VIDA es el TIEMPO que nos da Dios
para que nos vayamos desarrollando aquí en la tierra, temporalmente, para gozar
de otro tiempo eternamente.
Cuando
decimos que el tiempo es oro estamos reconociendo con mucha razón y profundidad
que aunque el oro tiene un valor incalculable; no vale nada si se mete en una
caja fuerte y no produce algo fungible que nos ofrezca una vida mejor.
Lo
mismo sucede con el tiempo si no lo sabemos emplear, como Dios manda, para
vivir mejor ahora y sobre todo después.
Hay
tiempos que podríamos llamar muertos porque no nos dan bienestar, como serían
los que dedicamos a ver, oir o leer estupideces, mentiras y creer en todas ellas
como si fueran dogmas de fe ó nos divertirnos a tope con sus consiguientes
resacas, o caminamos siempre cabreados chapoteando el barrizal que nos apesta.
¿Cuántas
veces al día miramos hacia arriba en busca de Dios o leemos algún rato los
evangelios?
¿O
visitamos una iglesia para hablar con Jesucristo que está día y noche en la Eucaristía
esperándonos?
¿Y
si no podemos ir a la Iglesia ,
PENSAMOS que Jesucristo, como Dios que es, está en todas partes, camina a
nuestro lado?
Por
eso Dios como buen Padre y genial pedagogo nos ofrece todos los días una lección
magistral de lo que inevitablemente nos sucederá allá arriba, dándonos
gratuitamente ocho horas para que descansemos, durmamos y aunque nos parezca un
tiempo muerto, es el que más vida tiene ya que en el sueño, podremos estar viviendo
inconscientemente, cómo podrá ser nuestra vida en el otro mundo.
¿Acaso no nos parecen segundos esa horas de sueño?
¿Nos sentimos aburridos?
¿No son las horas más placenteras y libres de
preocupaciones si lo soñado ha sido bueno o las más infernales si ha sido una
pesadilla?
Dios
nos está haciendo vivir dormidos lo que no queramos creer o recordar
despiertos, que EXISTE la GLORIA , el INFIERNO y la ETERNIDAD.
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