¡¡Hay
que ver la cantidad de cosas inútiles en las que pensamos día y noche y qué
poco nos acordamos del Dios Padre, del Dios Hijo y del Dios Espíritu con
quienes tarde o temprano nos veremos!!
Bien
es verdad que todo lo que se refiere a Dios es un misterio y el que sea UNO en
esencia y TRINO en personas, es tan
incomprensible, como el que San Agustín lo estuviera intentando y comprobó que
le era tan difícil como el hecho de que
un niño pudiera meter a todo el océano
en el hoyo que estaba haciendo en la playa.
Hoy
día estamos rodeados de tantas cosas incomprensibles y las aceptamos como lo
más natural; por ejemplo, que este artículo mío lo puedan
estar leyendo al mismo tiempo en China, Japón, la India y en tantos países.
Si
aceptamos como lo más natural todos estos adelantos científicos sin
comprenderlos. ¿Por qué hay tantos que se declaran ateos o agnósticos porque no
comprenden a Dios?
Porque
bien claro Jesucristo dijo:
“Yo
te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a
los sabios y discretos y las revelaste a los pequeños, Si, Padre, porque así te
plugo.
Todo
me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, y
nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera
revelar”
Nos
vendría muy bien, no sólo CREER en Jesucristo, sino CONOCER cuanto nos ha
revelado.
Para
eso hagamos un breve recorrido por la Sagrada Escritura
para conocer quién es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y su relación con
nosotros.
Al
principio creó Dios los cielos y la tierra.
La tierra estaba confusa y vacía y las
tinieblas cubrían la faz del abismo, pero el ESPÍRITU DE DIOS se cernía sobre la superficie de las aguas.
Ya
tenemos actuando precisamente a la Tercera Persona de la Santísima Trinidad ,
tan olvidada por nosotros.
Dijo
Dios HAYA luz. HAYA firmamento. HAGA brotar la tierra y así sucesivamente en
indeterminado o en SINGULAR hasta que llegó el momento cumbre de su creación y
dijo:
HAGAMOS
al hombre a nuestra imagen y semejanza para que supiéramos que fue una
actuación de las Tres Divinas Personas.
La
concepción de Jesucristo fue así:
Estando
desposada María, su madre, con José, antes de que conviviesen, se halló haber
CONCEBIDO María del ESPÍRITU SANTO.
El
Dios Padre a través de los profetas y en particular por Isaías en su capítulo
53 resumido vaticinó cómo sería y lo que haría por nosotros su unigénito hijo
nuestro Señor Jesucristo
“Despreciado
y abandonado de los hombres, varón de
dolores y familiarizado con el sufrimiento, menospreciado sin que le tengamos
en cuenta.
Pero
fue ÉL quien soportó nuestros sufrimientos y cargó con nuestros dolores, mientras que nosotros lo tuvimos como
castigado, herido por Dios y abatido.
El
castigo de nuestra paz fue sobre él y en sus llagas hemos sido curados. Todos
nosotros andábamos errantes como vejas, siguiendo cada uno su camino.
Maltratado,
más ÉL se sometió, no abrió la boca, como cordero llevado al matadero.
Fue
arrebatado por un juicio inicuo, sin que nadie defendiera su causa.
Dispuesto
estaba entre los impíos su sepultura y fue igualado a los malhechores, a pesar
de no haber cometido maldad ni haber mentira en su boca.
El
Justo mi Siervo, justificará a muchos y cargará con la iniquidades de ellos.
Por
eso yo le daré por parte suya
muchedumbres y dividirá la presa con los poderosos, por haberse entregado a la
muerte y haber sido contado entre los pecadores, llevando sobre sí los pecados
de muchos e intercediendo por los
pecadores”
Todo
esto se cumplió plenamente en Jesucristo como lo cuentan los que fueron
testigos de todo, como San Juan.
Conocemos
la Personalidad
del Espíritu Santo y su relación con nosotros cuando San Pablo en sus diversas
cartas nos dice:
“Dios
nos ha revelado por su Espíritu, que el Espíritu todo lo escudriña, hasta las
profundidades de Dios.
Pues
¿Qué hombre conoce lo que en el hombre hay sino el Espíritu del hombre, que en
él está?
Así
también las cosas de Dios nadie las conoce sino el Espíritu de Dios.
Y nosotros no hemos recibido
el espíritu del mundo, sino el Espíritu de Dios para que conozcamos los dones
que Dios nos ha concedido.
Guardaos
de entristecer al Espíritu Santo de Dios, en el cual habéis sido sellados para
el día de la redención.”
Reconozco
que es muy difícil PENSAR o imaginar cómo será
el Padre que nadie, ni siquiera Abraham ni Moisés, que oyeron su voz, LO
vieron.
Podemos
PENSAR imaginándonos a Jesucristo, puesto que fue hombre y además nos dijo:
Quien me ve a mi, ha visto al Padre”
Es
muy difícil PENSAR o imaginarnos al Espíritu Santo, puesto que es el más
invisible y que nadie ha visto ni oído y sin embargo es el que más actúa en
nuestro interior porque es el “Dulce huésped del alma” a quien no vemos pero
que lo podremos sentir, como a un ser querido en la OBSCURIDAD de una
habitación.
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