Esto que sintió y lo dejó escrito San Pablo en su carta a los
Romanos capítulo 7, lo sentimos todos los que queremos vivir en gracia de Dios
luchando contra el pecado, porque como sigue diciendo San Pablo:
Si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace, sino el
pecado que habita en mí.
Porque me deleito en la Ley de Dios según el hombre interior; pero siento otra ley en mis miembros que repugna a la ley de mi mente y me encadena a la ley del pecado que está en mis miembros.
¡Desdichado de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?
Gracias a Dios por Jesucristo nuestro Señor...
Así pues, yo mismo, que con la mente sirvo a la Ley de Dios, sirvo con la carne a la ley del pecado; pero la Ley del espíritu de vida en Cristo Jesús me libró de la ley del pecado.
Porque lo que a la Ley era imposible, por ser débil a causa de la carne, Dios enviando a su propio Hijo en carne semejante a la del pecado, y por el pecado, condenó al pecado en la carne.
Los que según la carne sienten las cosas carnales, los que son según el espíritu, sienten las las cosas espirituales. Porque el apetito de la carne es muerte; pero el apetito del espíritu es vida y paz."
Todo esto que tan profundo lo dice San Pablo, podríamos verlo resumido cuando en el Padrenuestro decimos:
"No nos deje caer en la tentación, y LÍBRANOS del mal" y no pedimos que no TENGAMOS tentaciones.
Porque el pecado no es obra de Dios sino de Satanás a quien Dios, el único PODER que le ha dado sobre nosotros, es el de TENTAR y a nosotros en de la LIBERTAD de entrar al trapo o darle la espalda
Para eso Dios nos ofrece su ayuda, siempre que se la pidamos y nosotros huyamos de los peligros de caer en las tentaciones.
Porque me deleito en la Ley de Dios según el hombre interior; pero siento otra ley en mis miembros que repugna a la ley de mi mente y me encadena a la ley del pecado que está en mis miembros.
¡Desdichado de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?
Gracias a Dios por Jesucristo nuestro Señor...
Así pues, yo mismo, que con la mente sirvo a la Ley de Dios, sirvo con la carne a la ley del pecado; pero la Ley del espíritu de vida en Cristo Jesús me libró de la ley del pecado.
Porque lo que a la Ley era imposible, por ser débil a causa de la carne, Dios enviando a su propio Hijo en carne semejante a la del pecado, y por el pecado, condenó al pecado en la carne.
Los que según la carne sienten las cosas carnales, los que son según el espíritu, sienten las las cosas espirituales. Porque el apetito de la carne es muerte; pero el apetito del espíritu es vida y paz."
Todo esto que tan profundo lo dice San Pablo, podríamos verlo resumido cuando en el Padrenuestro decimos:
"No nos deje caer en la tentación, y LÍBRANOS del mal" y no pedimos que no TENGAMOS tentaciones.
Porque el pecado no es obra de Dios sino de Satanás a quien Dios, el único PODER que le ha dado sobre nosotros, es el de TENTAR y a nosotros en de la LIBERTAD de entrar al trapo o darle la espalda
Para eso Dios nos ofrece su ayuda, siempre que se la pidamos y nosotros huyamos de los peligros de caer en las tentaciones.
Todo esto es para los creyentes practicantes; pero para los
no creyentes, puede que le suceda lo siguiente:
Algunos hacen el mal a sabiendas que es mal; pero querrían que fuera el bien, porque en el fondo, querrían sentirse
buenos; pero no pueden por su debilidad ante las tentaciones:
Otros, ya tan soberbios y cegados por el odio, hacen el mal, se recrean en ello y encima
creen estar haciendo un bien.
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