miércoles, 15 de mayo de 2013

DIOS nos trata más como ABUELO que como PADRE

                Dios como Padre, al crear todas las maravillas celestes, terrestres y a nuestros primeros padres, nos convertimos en sus NIETOS y por lo tanto nos trata como ABUELO dado su cariño, aguante y paciencia, con el que nos soporta y hasta se ríe de nuestras diabluras y nos concede todos los caprichos esperando a ver cómo nos portamos cuando lleguemos a la madurez.

            Los que no hayan recibido una buena educación familiar, social, ética, moral y sobre todo RELIGIOSA, se olvidarán  por completo de los mimos que han recibido de Dios en su niñez, juventud y  al verse ya adultos y en plenas facultades físicas y sociales, se creerán  los dueños del mundo, PASARAN  de Dios y puede que se porten como malos hijos no sólo con Dios, sino también con sus propios padres que al tratarlos como abuelos y con achaques, estarán deseando quitárselos de en medio cuanto antes.

            Por suerte también los habrá que habiendo sido educados en el “Santo temor de Dios” que es el “Principio de la Sabiduría”, cuando lleguen a la madurez, sabrán reconocer y agradecer a Dios y a sus padres los muchos desvelos y sacrificios, siguiendo los MANDATOS de DIOS, como PADRE y ABUELO y tratando a sus padres ya abuelos con sumo respeto y cariño como dice la Sagrada Escritura:

            Convendría recordar lo que el libro del Eclesiástico cap. 3 dice sobre el trato con los padres.

            "Escuchad, hijos mío, que soy vuestro PADRE, y obrad de modo que alcancéis la salud.
             Pues Dios honra al padre en sus hijos y confirma en ellos el juicio de la madre.
             El que honra al padre expía sus pecados
             Y como el que atesora es el que honra a su madre
             El que honra a su padre se regocijará en sus hijos, y será escuchado en el día de su oración.
             El que honra a su padre tendrá larga vida
             Y el que obedece al Señor es consuelo de su madre.
                El que teme al Señor, honra a su madre y sirve como señores a los que le engendraron.
             De obra y de palabra honra a tu padre.
             Para que venga sobre ti su bendición.
             Porque bendición de padre afianza la casa del hijo, y la maldición de madre la destruye desde sus cimientos. 
             Hijo, acoge a tu padre en su ancianidad y no le des pesares en su vida.
             Si llega a perder la razón, muéstrate con él indulgente y no le afrentes porque estés tú en la plenitud de tu fuerza, que la piedad con el padre no será echada en olvido.
             En el día de la tribulación, el Señor se acordará de tí, y como el hielo se derrite en día templado, así se derritarán tus pecados.
             Como un  blasfemo es quien abandona a su padre y será maldito del Señor quien irrite a su madre.
             Hijo mío, se constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras viva aunque CHOCHEE, ten indulgencia, no lo abandones mientras viva

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