Con esto que dice Hannah Arendt, podría pensar, haciendo un
poco de ciencia ficción, que:
Dios,
que precisamente, por ser Dios, no tuvo principio, concepto incomprensible para nosotros, no tendremos más
remedio que comprenderLO, al vernos creados
por ÉL con un comienzo irreversible y un final completamente ignorado
Si en este mundo, todo gran creador, con lo que más disfruta
y se divierte es creando nuevas genialidades, no cabe duda de que al querer el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo salir de su divina soledad.
Crearon a los ángeles con un principio y un final ya determinado, aunque no para todos, puesto
que algunos se rebelaron.
Mas tarde crearon este casi infinito, universo, conocido, desconocido y en continuo desarrollo durante los millones y millones de años.
Con este ímprobo y genial trabajo, disfrutarían lo
indecible; pero no les divertiría porque para divertirse hay que descubrir lo
inesperado por lo grandioso que podría ser el que un SER HUMANO pudiera
procrear nuevos seres y llegar a un SER
DIVINO.
Y para, eso Dios nos creó y al tener un comienzo,
pudiera
divertirse contemplando el desarrollo de todos y cada uno
de nosotros, con los millones que han sido, somos y seremos.
Si todos pudiéramos escribir todo cuanto nos ha acontecido
en la vida. ¿Quién podría leerlos?
Pues Dios no es que los pueda leer, es que todo cuanto nos
ha sucedido, fue diseñado y dirigido por ÉL y lo que le divierte o le apena es
comprobar como lo habremos interpretado de bien o de mal.
Los griegos se divertían viendo cómo interpretaban los
actores sus tragedias cuyos finales ya
conocían.
Luego si Dios nos da un principio, también nos ayudará a que
lo desarrollemos a su gusto para que al final podamos verlo, con Dios a nuestro
lado, como en una gran pantalla y comprenderemos la de veces que hemos fracasado
porque no hemos permitido que Dios nos dirija y ayude
No hay comentarios:
Publicar un comentario