viernes, 16 de diciembre de 2016

¿POR QUÉ DEBEMOS IR A MISA LOS DOMINGOS?

              
             Porque  en el  Éxodo capitulo 21 se dice:

         "En SEIS Días hizo el Señor el cielo, la tierra, el mar y todo cuanto contienen, y el SÉPTIMO descansó; por eso  bendijo el Señor el día del sábado y lo hizo sagrado.    

          Y "Recuerda el día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, pero el día séptimo es día de descanso para el Señor, tu Dios. No harás ningún trabajo."

          Aunque es verdad que Jesucristo dijo: "El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado", no nos engañemos buscando cualquier pretexto para no ir a Misa los domingos, pero tampoco angustiarse, cuando realmente no se pueda. Debería prevalecer el deseo de estar, por lo menos un rato del domingo, en contacto con Dios, que no es poca cosa.

         Por lo tanto, si Dios se ha reservado para ÉL un día de descanso SAGRADO, 

         Respetemos como hijos, los deseos de nuestro Padre, asistiendo a MISA los domingos.

            El hecho de que en todas las civilizaciones y religiones exista un día de descanso o sagrado, demuestra que viene de Dios y Dios es mucho Dios como para no dedicarle algún tiempo, siendo nuestro Padre.

         Muchos buenos católicos cumplirán fielmente este deseo de Dios; pero otros muchos podrán pensar y decir:

      ¿Para qué se celebran Misas todos los días y a todas horas en todos los  continentes y en lugares pobres, ignotos y miserables?

         ¿Es que no fue suficiente para nuestra salvación, el haber aceptado por parte de Jesucristo  la VOLUNTAD de  su Padre de que bebiera el cáliz y así fuera crucificado?

         ¿Para que repetir un acto tan cruel e inhumano, como se celebra en las Misas, aunque  ahora sea incruento?

         Gracias a ese acto tan cruel e inhumano se nos abrieron las puertas del Reino de los Cielos; pero como tendríamos que saber el camino y ser ayudados para poder traspasar esas puertas, es por lo que Jesucristo se  quiso quedar con nosotros hasta la consumación de los siglos.    

         Si se nos pudiera representar en una pantalla todos los crímenes, robos, abortos, adulterios, injusticias, guerras, suicidios, accidentes, tragedias familiares, violaciones, calumnias, mentiras y toda clase de pecados que se cometen en un MINUTO en todo el mundo, quedaríamos aterrorizados y, al menos pediríamos la intervención DIVINA

         Para contrarrestar en la balanza de la Divina Justicia, presidida por el PADRE y por el HIJO, como Dios que es, tales pecados y atrocidades, es por lo que Jesucristo, como hombre GLORIFICADO, ha querido seguir inmolándose, incruento, en los millones de Misas que se celebran, aunque, a veces las oficien sacerdotes indignos, solos y sin testigos.

         También se ha querido quedar oculto en la Eucaristía, día y noche para ayudarnos en nuestro peregrinar y en muchos casos, caminar a nuestro lado, como así lo sintió el jesuita Padre Rubio que, al subirme al tranvía, debió sentir a Jesucristo tan cerca de él, que pidió dos billetes, con la consiguiente perplejidad del cobrador al no ver más que a un cura.

         Al no sentir la presencia de Jesucristo en la Eucaristía y a nuestro lado, nos puede suceder, como con la rotación y traslación de nuestra tierra alrededor del sol, que no la sentimos, pero que lo creemos  porque nos lo ha dicho, la ciencia.

         La FE que está por encima de la ciencia, que a veces, se ha equivocado, nos dice que JESUCRISTO sigue entre nosotros.


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