viernes, 6 de noviembre de 2009

EL CIELO EN LA TIERRA

Voy a transcribir un artículo de J.Mª Alimbau publicado en LA RAZÓN.

Fue un alto cargo del Imperio Romano. Un hombre de leyes, justo y honrado, Su nombre: Doroteo.

Ejerció la primera magistratura en el Palacio del emperador romano Diocleciano, quien organizó la 10ª persecución (302-311), la más violenta de las nueve anteriores y en la que Doroteo, fiel al Evangelio de Jesús, sufrió martirio en Nicomedia, antigua capital de Bitinia, Asia Menor, el año 304.

Este ilustre santo escribió:

Los cristianos antiguos aceptaban con fe todas las cosas – ya fueran buenas o malas – como venidas de la mano de Dios.

Quienes sabían aceptar la realidad, por dura, amarga e injusta que fuese, conservaban en su interior una gran paz.

Además de disfrutar de gran quietud interior, aunque sufrieran todo tipo de adversidades, vivían en su mente, en su corazón, en su espíritu, ya aquí, en la tierra, una vida de Cielo.

Es más preciosa la paz interior, una paz que nos ofrece Jesucristo, que todo lo que nos puedan ofrecer los grandes del mundo.

Nos conviene mirar al Cielo prometido. Así experimentaremos una mayor paz interior, más alegría y mucho más ánimo.

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