martes, 29 de junio de 2010

NADA NI NADIE NOS DEBERÍA APARTAR DEL AMOR A CRISTO

Dios nos ha dado el corazón para AMAR, GOZAR y SUFRIR; pero es demasiado grande y noble como para odiar o vengarse.

El defecto que tiene el corazón es que es ciego y por eso de vez en cuando nos juega alguna mala pasada, enamorándonos ciegamente de alguien o de algo que nos puede perjudicar.

Hay que tener una cabeza fría y bien amueblada con criterios y principios razonables, morales, marcando categorías por encima de otras muchas cosas amables y apetitosas.

La primera categoría que debe ocupar nuestro corazón es JESUCRISTO, que como DIOS, debe de estar por encima de las muchas personas y cosas que nos pueden robar el corazón.

Jesucristo no es celoso ni exclusivista y nos da libertad para que también podamos amar a alguien o algo; con pureza; pero que jamás nos pueda APARTAR del amor que le debemos tener a ÉL, que por otra parte como es el dador de todo bien, al AMARLE, recibimos lo MÁS GRANDE que se puede tener en este mundo y sobre todo en el otro.

Cuando San Pablo, que no conoció físicamente a Jesús; pero al oir su voz camino de Damasco y al habérsele revelado de un modo muy personal, y conociendo por boca de sus compañeros todo lo que Maestro realizo, y con el cariño y sencillez con que lo hizo, le salió de lo más profundo de su corazón: “NADIE ME PODRÁ APARTAR DEL AMOR A CRISTO” y gracias a ese amor sufrió persecuciones, naufragios, cárceles, azotes y el martirio.

Si queremos que a nosotros, NADA por muy placentera que sea, ni NADIE aunque sea un intelectual que proponga otras verdades que no sean las de Jesucristo, nos pueda APARTAR del AMOR a CRISTO, tendremos que conocer a Jesús a fondo y para eso, nada mejor que leer los EVANGELIOS con detenimiento y cariño.

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