sábado, 1 de junio de 2013

LA GRAN INCÓGNITA INELUDIBLE



         Vivimos pensando y esperando en que la vida nos sorprenda con algo bueno, grande y a ser posible maravilloso.

         Gastamos nuestro dinero en juegos de azar esperando y gozando con la ilusión (que es con lo único que al final vamos disfrutar) de que nos toquen los millones deseados.

         Nos tiramos gran parte de nuestra vida ansiando vernos sorprendidos con un magnífico trabajo bien remunerado.

         Soñamos románticamente con encontrar la pareja ideal.

         Estamos todo el año pensando y haciendo planes para disfrutar de unas maravillosas  vacaciones.

¡A qué pocos se le pasa por la imaginación lo que se va  a encontrar, tarde o temprano, cuando se encuentre ante Dios nuestro Padre!

         Casi nadie piensa con agrado en todo esto, por el hecho de tener que  pasar antes por el trance de la muerte, ignorando que le espera la más grande e inconcebible INCOGNITA de encontrarse, en milésimas de segundo, transportado de una vida temporal, por buena o mala que sea, a una eterna, gozando de lo que jamás pudo soñar ni desear

Leamos lo que San Pedro dejó escrito en su primera carta:

“Bendito sea Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que por su  gran misericordia nos reengendró a una viva esperanza por la resurrección de Jesucristo entre los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, que os está reservada en los cielos, a los que por el poder de Dios habéis sido guardados mediante la fe para la salvación que está dispuesta a manifestarse en el tiempo último.”

         Algunos santos, ya en la tierra, gozaron por algunos momentos de lo que sería la otra vida.

         San Pablo en su carta segunda a los Corintios,  cuenta:

         “Sé de un hombre en Cristo que hace catorce años – si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, tampoco lo sé, Dios lo sabe – fue arrebatado  hasta el tercer cielo; y sé que  este hombre – si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe – fue arrebatado al Paraíso y oyó palabras inefables que el hombre no puede decir”
                                                                          

No hay comentarios: