Un día, Santa Teresa de Ávila se quejó a Jesús de que le mandara tantas enfermedades, adversidades y arideces espirituales.
Así trato a mis amigos, le respondió Jesús.
Ahora comprendo que tengas tan pocos amigo, le
replicó.
Quien bien te quiere, te hará llorar.
Si hiciéramos un recorrido por la Sagrada Escritura,
por el Santoral y Martirologio terminaríamos abrumados al saber que todos los
íntimos amigos de Dios, o sea los Santos y Mártires, han sufrido lo indecible e
injustamente.
Sepamos los sufrimientos que San Pablo cuenta
en su segunda carta a los Corintios (cap.11).
“¿Son ministros de Cristo? También yo. Hablando locamente,
MÁS yo:
En trabajos, más
En prisiones, más.
En azotes, mucho más.
En peligro de muerte, muchas veces.
Cinco veces recibí de los judíos cuarenta azotes menos uno.
Tres veces fui azotado con varas.
Una vez fui apedreado.
Tres veces padecí naufragio.
Un día y una noche pasé en los abismos.
Muchas veces en viaje me ví en peligros de ríos, peligros de
los de mi linaje, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en
el desierto, peligros en el mar, peligros entre los falsos hermanos.
Trabajos y fatigas en
prolongadas vigilias muchas veces en hambre y sed, en ayunos frecuentes, en
frío y desnudez; esto sin hablar de otras cosas, de mis cuidados de cada día,
de la PREOCUPACIÓN
de TODAS las Iglesías.
De tales cosas me gloriaré, de mí mismo NO he de gloriarme,
si no es de mis FLAQUEZAS.”
Todo esto, San Pablo y otros muchos seguidores lo sufrieron
con alegría a cambio de NADA y ni siquiera por el Cielo prometido, sino que todo lo “Soportaron por el AMOR a Jesucristo
que los CONFORTABA.
Pero ¿Por qué Jesucristo permitió que los primeros
cristianos fueran devorados por las fieras en el circo romano con el regocijo
de la chusma mientra ellos cantaban alegres y tantos otros Mártires y Santos de
todos los tiempos?
Porque Dios nos dio la VIDA y como REGALO nos obsequió con la tan traída
y llevada LIBERTAD.
Este OBSEQUIO fue un caramelo ENVENENADO para unos y el néctar
de la ETERNA
felicidad para otros.
Pero ¿Por qué el SUFRIMIENTO en sus múltiples
manifestaciones es el que da la
ETERNA felicidad?
Porque
si Dios nos amó tanto que nos dio a su unigénito Hijo CRUCIFICADO, sería por
algo muy IMPORTANTE.
Y porque el sufrimiento aceptado con resignación y por amor
a JESUCRISTO que tanto nos amó, nos VACÍA por dentro y deja LUGAR para que lo
LLENE DIOS.
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