sábado, 13 de julio de 2013

¿Por qué en el CIELO habrá más ALEGRÍA por un PECADOR que por un JUSTO?


             Porque Jesucristo así de claro dijo:

         “No he venido yo a llamar a los justos sino a los PECADORES”

         “Yo os digo que en el CIELO será mayor la alegría por un PECADOR que haga PENITENCIA que por noventa y nueve justos que no necesitan de penitencia”

         Pero ¿Por qué esa preferencia por los PECADORES como con los POBRES?

         Porque Jesucristo, como Dios, es TODOPODEROSO y los pobres y los pecadores son los más NECESITADOS en el CUERPO y en el ESPÍRITU.

         Por eso dijo: Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

         Y el habrá más alegría por un pecador que hace penitencia que por un justo que no necesita penitencia.

         Pero ¿Por qué el ser pobre en el ESPÍRITU y hacer PENITENCIA tienen tanto valor ante Dios?

         Porque el que acepte su pobreza con resignación, sin revelarse contra Dios ni contra nadie y sigue trabajando honradamente para salir de ella,  está cumpliendo la voluntad de Dios y todo eso exige mucho AMOR A DIOS que es lo que más LE AGRADA.

         El pecador que reconoce sus pecados, se arrepiente sinceramente, hace PENITENCIA, está realizando el mayor acto de amor a Dios.

         Un fariseo invitó a Jesús a comer con él, y entrando en su casa, se puso a la mesa. Y he aquí que llegó una mujer PECADORA que había en la ciudad, la cual sabiendo que  Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, con un pomo de alabastro de ungüento se puso detrás de ÉL, junto a sus pies llorando, y comenzó a bañar con lágrimas sus pies y los enjugaba con los cabellos de su cabeza, y besaba sus pies y los ungía con el ungüento.

         Viendo lo cual, el fariseo que le había invitado dijo para sí: Si este fuera profeta, conocería quién y cuál es la mujer que le toca, porque es una PECADORA.

         Tomando Jesús la palabra, le dijo: Simón, tengo una cosa que decirte. El dijo: Maestro, habla.

         Un prestamista tenía dos deudores; el uno le debía quinientos denarios; el otro cincuenta. No teniendo con qué pagar, se lo condonó a ambos.

         ¿Quién, pues le AMARÁ más?. Respondiendo Simón, dijo: Supongo que aquel a quien condonó más. Díjole: Bien has respondido.

         Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua a los pies; más ella ha regado mis pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos. No me  diste el ósculo; pero ella, desde que entró no ha cesado de besarme los pies. No ungiste mi cabeza con óleo y esta ha ungido mis pies con ungüento.

         Por lo cual te digo que le son PERDONADOS sus muchos pecados porque AMÓ MUCHO.

         Y a ella le dijo: Tus PECADOS te son PERDONADOS” (Lu. 7,36)

                  El AMAR a DIOS nos pone a SU ALTURA

                         EL AMOR LO PURIFICA TODO.

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