De nosotros no quiere NADA porque lo tiene TODO.
Lo que realmente quiere es DARNOS todo lo que tiene; pero para
eso hay que saber y querer poner la mano.
Aunque nos parezca mentira sus DIEZ MANDAMIENTOS no son
leyes RECAUDATORIAS ni PUNITIVAS.
El AMAR a DIOS sobre todas las cosas, no excluye que podamos
tener otros muchos amores.
Pero si no amamos con MAYÚSCULA, los amores con minúscula,
serán cualquier cosa menos AMOR.
Si se dice que el AMOR con AMOR se paga.
¿Cómo pagaremos el AMOR INFINITO que Dios nos tiene que
hasta su HIJO se entregó a la muerte por nosotros y nadie tiene mayor amor que
el que da la vida por los demás?
Cuando tenemos el compromiso de tener que obsequiar por
agradecimiento a una personalidad muy rica y poderosa, nos volvemos locos para
encontrar el regalo adecuado.
Con Dios, nada de eso, es todo muy fácil.
A Dios le encanta que le ofrezcamos nuestros sufrimientos,
adversidades, problemas, pequeños sacrificios, por ejemplo: como botón de
muestra:
He sido injuriado, ofendido, malinterpretado por alguien
amigo o enemigo, pues ni me vengo ni me defiendo y digo: Dios mío TE ofrezco
este silencio que TÚ sólo sabes.
Este pequeño detalle y otros similares son los más PRECIADOS por Dios.
.
Todo
esto es tan MISTERIOSO, tan SUBLIME y tan INCOMPRENDIDO por nosotros porque
tenemos la cabeza y el corazón repleta de otros pensamientos y amoríos.
El
día que seamos capaces de AMAR a DIOS de verdad y por encima de todo, podremos
vivir a ras de tierra y comprenderemos lo que dijo San Agustín: “AMA A DIOS y
HAZ lo que QUIERAS” ya que siempre haremos lo que DIOS QUIERE que hagamos.
Ese AMOR de DIOS será tan LUMINOSO, FUERTE y ARROLLADOR que
podremos decir lo de San Pablo: “Vivo yo, ya no soy yo es Cristo quien vive en
mi”
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