sábado, 3 de enero de 2009

DIOS NUNCA DIO LA CARA

Cuando Moisés llegó al monte Horeb se le apareció el ángel de Yavé en llama de fuego en medio de una zarza. Veía Moisés que la zarza ardía y no se consumía. Vio Yavé que se acercaba para mirar, y le dijo: No te acerques. Quita las sandalias de tus pies, que el lugar en que estás es tierra santa y añadió: “Yo soy el Dios de tus padres” Moisés se cubrió el rostro, pues temía mirar a Dios.

La Biblia en el primer libro de los Reyes cuenta que Dios no estaba ni en la tempestad, ni en el huracán, ni en el terremoto, ni en el fuego, sino en un viento suave. Es entonces cuando el Profeta Elías reconoce a Dios y es porque lo que es infinitamente grande y poderoso sólo se puede manifestar como al aire que respiramos que jamás vemos sin el cual no podríamos vivir. Es algo tan imprescindible como invisible Jean Duval dice: “Sólo creo en aquellas verdades que se murmuran en una voz tan baja como la primera luz del día”.

En todas las religiones ha existido un Dios invisible y hasta para los más ateos existe algo grande e invisible como pueden ser las muchas utopías que desean y creen que existen.

De aquí que también los grandes reyes y poderosos aunque tienen rostro no lo prodigan y se manifiestan muy poco en público Ellos creen, y es posible, que los haga más poderosos.. Por eso muchos se creen dioses.

Los verdaderamente creyentes si que, al menos, saben cómo fue la cara de Dios porque Jesucristo bien claro lo manifestó cuando a la petición de un discípulo de que le mostrara al Padre, le respondió: “Felipe, quien me ve a mí ve al Padre” y en otro pasaje dijo: “ El Padre y yo somos uno” y en otro: “ Mi Padre opera continuamente y yo ni más ni menos” Luego Jesucristo, que es Dios, quiso tomar figura humana y así, al ponerse a nuestra altura, pudiéramos ver su rostro.

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