sábado, 24 de enero de 2009

EXISTEN DOS PODERES PODEROSOS

En la sociedad existen varios poderes: El legislativo, el judicial. el económico, el policial; pero el primer poder verdaderamente poderoso es el político porque los demás, casi siempre, están mediatizados.

Todos los partidos se matan por conseguir el poder de la nación y gobernar, porque el que gobierna es el que reparte y, el que reparte y reparte, se queda con la mejor parte. Suele decirse que el poder corrompe porque el corrompido obedece ciegamente, no protesta, a todo dice que sí y de ahí le viene el que sea poderoso el poder político, pero con los pies de barro que en cualquier momento se viene abajo y entonces del árbol caído todos hacen leña.

Sólo existe un auténtico poder poderoso cuyos pies no son de barro sino que están clavados en una Cruz; pero están tan firmes e inamovibles que todavía nadie, por mucho que lo han intentado, han conseguido sepultarlo.

El Soneto que voy a transcribir fue escrito en el siglo XVI por un poeta anónimo y creo que no quiso dar su nombre para que el que lo leyera lo considerara como propio, porque sabía que lo que escribía lo sentirían millones de creyentes amantes de un Dios, que aunque crucificado, era el único verdaderamente PODEROSO.

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en la cruz y escarnecido,
muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
muéveme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y de tal manera
que aunque no hubiera cielo yo te amara
y aunque no hubiera infierno te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues, aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

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