lunes, 18 de mayo de 2009

¿POR QUÉ DIOS ES INVISIBLE?

Me atrevería a decir que Dios es lo más visible que existe. A Dios no se le puede ver con los ojos del cuerpo. Hay que intuirlo con el espíritu.

Dios, en “QUIEN VIVIMOS, NOS MOVEMOS Y EXISTIMOS” como dijo San Pablo, está presente en todo por ESENCIA, PRESENCIA y POTENCIA.

Cuando entramos en una sala de cine, hasta que no comienza la proyección de la película, lo único que tenemos delante de nuestros ojos es la pantalla en blanco, que desaparece en cuanto empieza la película; pero la pantalla sigue allí, aun cuando por más que lo intentemos, no la veamos.

Lo mismo pasa con Dios. Está detrás de todo cuanto nos rodea.

Detrás de cada flor por diminuta y escondida que esté, allí está Dios.

Vas a un aeropuerto y ves cómo despega y se mantiene en los cielos aquella mole de chapa cargada de equipaje y personas y no se cae. Allí está la inteligencia que Dios ha regalado a muchos hombres.

Tienes en tus manos un teléfono móvil con el que puedes comunicarte en segundos a distancias enormes.

Cuando vemos en TV, esos documentales de la multiplicidad y diversidad de la flora, fauna y el equilibrio ecológico que los mantiene y observamos que cualquier diminuta semilla brota y crecen árboles gigantescos.

Todo es por la fuerza de la naturaleza, esto piensan y dicen los que no quieren creer que existe Dios personal al que tarde o temprano, veremos tal cual es y nos pedirá cuentas.

Los creyentes deberíamos agudizar los ojos de nuestro espíritu para que, como decía San Ignacio en sus Ejercicios Espirituales, aprendamos a contemplar todas las maravillas que nos rodean para alcanzar amor de Dios.

Recordemos que detrás de todo, como en la pantalla del cine, está Dios y que somos hijos muy queridos de ese Dios Omnisciente Omnipotente Infinito y sobre todo Amorosísimo.

Que jamás la película que nos ofrece la vida, nos tape la visión interna que de Dios debemos tener, que sigue en esa pantalla, que es la visión que un día tendremos de Dios, cuando lo veamos cara a cara y participemos por toda la eternidad de la vida Divina.

No obstante, hasta que llegue ese día, Dios, que en su día se hizo visible tomando nuestra naturaleza, permanece oculto en la Eucaristía, aunque muy visible para nuestra fe.

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