sábado, 31 de octubre de 2009

LOS QUE VIVEN SON LOS MUERTOS

Con frecuencia, cuando nos encontramos con un listillo o arribista que se atribuye ideas, bienes ajenos, o vive a costa de los demás, decimos: Este tío es un VIVO; pero para la sociedad está muerto, en el fondo, nadie le aprecia.

Los que realmente VIVEN son los que han sabido morir decentemente, los que han vivido teniendo muy en cuenta, que esta vida, comparada con la eternidad es: “Una mala noche en una mala posada”, o han intentado sentir: “Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero que muero porque no muero” como decía Santa Teresa. O aquello de San Pablo: “Deseo morir para estar con Cristo.”

Hacemos infinidad de planes y proyectos para cosas que seguramente nunca nos sucederán y sin embargo, no dedicamos ni un minuto en prepararnos para la muerte, que sí que nos llegará.

Todo esto para los no creyentes, les sonará a música celestial. Allá ellos.

Lo triste es que todos somos incongruentes. Los no creyentes, que suelen estar renegando de la vida y teniendo la certeza, que dicen tener, de que no hay otra vida y que por lo tanto al dejarla, descansarían, no quieren dejarla. Por algo será.

Los creyentes, porque algunos viven como si nunca se fueran a morir y olvidando que a Dios no se le puede engañar, como puede que lo estén haciendo ahora.

Que un joven haga proyectos y piense menos en la muerte, es lógico, aunque nunca se sabe; pero que un viejo y no digo de Tercera Edad, como si después hubiese una cuarta o quinta, no se preocupe de prepararse para morir, es muy triste.

Claro que también es verdad que el arbolito, desde pequeñito… y que genio y figura hasta la sepultura. Morirá como haya vivido.

El que durante su vida no haya procurado vivir para bien morir, lo lleva claro.

Los que VIVEN de verdad son los que han sabido morir en PAZ con DIOS y con los DEMÁS y no los que han vivido alejados de Dios y criticando y odiando a los demás.

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