Con esa promesa estaba demostrando que no era un Hombre
Crucificado sino que era nada menos que DIOS.
La
DIVINIDAD no podría estar sepultada durante tres días como lo
estaría la HUMANIDAD.
Por eso al buen ladrón se lo llevó el MISMO días en que
expiró.
Cuando morimos, nuestro ESPÍRITU por ser algo DIVINO sube a
la presencia de Dios aunque haya tenido que dejar aquí el CUERPO en espera de
la resurrección al final de los tiempos
Sabemos como ha sido nuestra vida CORPORAL; pero no cómo
será la del ESPÍRITU.
No obstante leamos lo que San Pablo escribió a los Corintios
en su primera carta capítulo 2:
“Escrito está: Ni el ojo VIO, ni el oído OYO, ni vino a la MENTE del hombre lo que Dios
ha PREPARADO para los que le AMAN.”
También escribió a los Corintios en su segunda carta
capítulo 12:
“Si
es menester gloriarse, aunque no conviene, vendré a las visiones y REVELACIONES
del Señor.
“Se de un hombre en Cristo que hace catorce años – si en el
cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, tampoco lo sé, Dios lo sabe – fue arrebatado
hasta el TERCER CIELO;
Y sé que este hombre – si en el cuerpo o fuera
del cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe – fue arrebatado al PARAÍSO y oyó palabras
INEFABLES que el hombre no puede decir”
Sólo
podremos barruntar que será algo INIFINITAMENTE maravilloso porque
VOLVEREMOS al DIOS de quien un día
SALIMOS.
¡¡A menuda CASA volveremos para HABITAR felizmente y por
toda la ETERNIDAD!!
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