martes, 12 de noviembre de 2013

¿Por qué NOS PIDE DIOS que LE AMEMOS?


       ¿No sería suficiente pedirnos que fuéramos OBEDIENTES y BUENAS PERSONAS?

         Pues no, porque como Dios siempre actúa a lo GRANDE, dándonos con creces todo lo material, también quiere y casi exige de nosotros que le AMEMOS porque para que nos pueda dar SU AMOR, tenemos que darle el NUESTRO para ponernos a su ALTURA

         Cuando damos a DIOS el AMOR que nos pide, se convierte en un amor UNÍSONO y RECÍPROCO.

         Pero sucede que el AMOR que nos DA Dios es tan SUBLIME que  muy pocos quieren, saben y consiguen ponerse a SU ALTURA.

         ¿Cómo ponernos a la altura del AMOR de DIOS  a quien no VEMOS?

         Aunque no podamos ver a Dios, tan GRANDE y LEJANO con estos ojos corporales, que no ven más allá de nuestras narices, sí que LO  veremos con los ojos de la FE.

         San Pablo en su primera carta a los Corintios, capítulo 13 nos dice que,  nuestro AMOR a DIOS y a los DEMÁS, para que  esté a la ALTURA del SUYO, tiene que ser así:

         El amor es Longánime.(generoso)
         Es Benigno
         No es Envidioso
         No es Jactancioso
         No se Hincha
         No es Descortés
         No Busca lo suyo
No se Irrita
         No Piensa Mal
         No se  Alegra de la Injusticia.
         Se complace en la Verdad.
         Tolo lo Excusa.
         Todo lo Cree
         Todo lo Espera.
         Todo lo Tolera
EL AMOR JAMÁS DECAE
 ¿Por qué Agustín dijo “AMA y HAZ lo que QUIERAS”?

 Porque cuando el AMOR es  generoso, benigno, tolerante, que  no busca lo suyo etc,etc siempre será lo que Dios quiere.

 Por eso, con mucha razón, a los que quieran CONVIVIR pacíficamente se les lee esta carta de San Pablo, para que  cuando no la cumplan, viviendo cada uno por su lado con infidelidades, egoísmos, intolerantes etc.etc. el AMOR UNÍSONO y RECÍPROCO brillará por su ausencia y la familia quedará rota.

En este caso, si el otro miembro de la familia, aceptara esta triste situación con resignación por motivos religiosos y en bien de la familia, y siguiera AMANDO (sui generis) al otro miembro, se produciría en el AMOR  humano, lo que  sucede en el AMOR de DIOS  a nosotros, que aunque no LE AMEMOS,  nos SIGUE AMANDO.

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