Como podemos cometer muchos errores y equivocarnos del camino correcto en el transcurso de nuestra ajetreada vida, leamos, al menos una vez, lo que nos dice el libro de la Sabiduría en el capítulo 5º
“Entonces estará el justo en gran seguridad frente a los que
le afligían y menospreciaban sus obras.
Al verlo se turbarán con terrible espanto, y quedarán fuera
de sí ante lo inesperado de aquella salud.
Arrepentidos, se dirán, gimiendo en la angustia de su
espíritu: “Este es el que algún tiempo tomamos a risa y fue objeto de escarnio”
Nosotros, insensatos, tuvimos su vida por locura y su fin
por deshonra.
¡Como no contados entre los hijos de Dios, y tienen su
heredad entre los santos!
Luego nos extraviamos de la senda de la verdad (ERGO
ERRAVIMUS A VIA VERITATIS), y la luz de la justicia no nos alumbró y el sol no
salió para nosotros.
Nos cansamos de andar por sendas de iniquidad y de
perdición, y caminamos por desiertos intransitables, sin conocer el camino del
Señor.
¿Qué nos aprovechó la altanería, qué ventajas nos trajeron
la riqueza y la jactancia?
Pasó como una sombra todo aquello y como correo que va por
la posta.
Como nave que atraviesa las agitadas aguas, de cuyo paso no
es posible hallar huella, ni del camino de su quilla por las olas.
O como ave que corta los aires, sin que se encuentre señal
de su paso, y golpea el aire ligero al batirlo con sus plumas, y lo corta con
la violencia de su ímpetu, y se abre camino con el movimiento de sus alas,
después ya no se haya señal de su paso.
Así también nosotros, en naciendo morimos; sin dar muestra
alguna de nuestra virtud, nos extinguimos en nuestra maldad.
Sí, la esperanza del impío es como polvo arrebatado por el
viento, como ligera espuma deshecha por el huracán, como humo que en el aire se
disipa, cual recuerdo del huésped de un día que pasó de largo.
Pero los justos viven para siempre, y su recompensa está en
el Señor, y el cuidado de ellos en el Altísimo
Por esto recibirán un glorioso reino, una hermosa corona de
mano del Señor, que con su diestra los protege y los defiende con su brazo.
Se armará de su celo como de armadura, y armará a sus
criaturas todas para rechazar a sus enemigos.
Y la ira, como lanzada por una catapulta, arrojará violentas
granizadas, y el agua del mar se enfurecerá contra ellos, y los ríos del todo
los anegarán.
Un soplo poderoso los embestirá y los aventará como
torbellino. La iniquidad desolará toda la tierra y la maldad derribará los
tronos de los poderosos.
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