viernes, 13 de septiembre de 2013

PROTÉGEME DIOS MÍO QUE ME REFUGIO EN TÍ



         Si el rey David en el salmo 15 ya lanzaba a Yavé esta súplica, debería seguir siendo también nuestra SÚPLICA en las adversidades.

         Cuando nos sentimos PERSEGUIDOS por las tareas y dificultades del trabajo, los enfrentamientos normales e inevitables de la convivencia y toda clase de adversidades, nos montamos en el CABREO que acrecienta nuestra bilis.

 ¿Qué adelantamos con desahogar  nuestra bilis con los que nos rodean, sean los culpables o inocentes?

¿No sería más PROVECHOSO para nosotros mismos y para los que nos rodean,  REFUGIARSE en DIOS, pensando y diciendo lo que también dijo el rey David a Yavé:

 “Mi Señor eres TÚ, no hay DICHA para mí, fuera de TÍ porque siempre TE tengo a mi diestra, no me MOVERÉ, (o sea no me ENFADARÉ por nada del mundo?

¿Qué trabajo nos cuesta estar CALLADOS ante cualquier contratiempo y en lugar de IRRITARNOS, decir sin que nadie lo escuche porque sería un desahogo:

“PROTÉGEME DIOS MÍO, QUE ME REFUGIO EN TI?

Ante cualquier adversidad o contratiempo que nos pueda contrariar, será siempre más POSITIVO y tranquilizante para nuestro humor, decir: “A lo hecho, pecho” sin darle mayor importancia, sabiendo que esta actitud humilde y resignada, produce un sosiego interno y mucho mérito ante Dios, que lo VE TODO.

Si cambiáramos las QUEJAS, las CRÍTICAS, los REPROCHES etc.etc. en JACULATORIAS, la Convivencia SOCIAL y FAMILIAR, sería “Un coser y cantar” y no una jaula de grillos, por no decir algo más fuerte.

¿Qué adelanta con BLASFEMAR el que se siente CONTRARIADO por una minucia o algo más grande?

¿Si no cree en la existencia de Dios? ¿Cómo LO puede ofender?

Si es creyente, aténgase a las consecuencias razonables merecidas.



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