Si el rey David en el salmo 15 ya lanzaba a Yavé esta
súplica, debería seguir siendo también nuestra SÚPLICA en las adversidades.
Cuando nos sentimos PERSEGUIDOS por las tareas y
dificultades del trabajo, los enfrentamientos normales e inevitables de la
convivencia y toda clase de adversidades, nos montamos en el CABREO que
acrecienta nuestra bilis.
¿Qué adelantamos con desahogar nuestra bilis con los que nos rodean, sean
los culpables o inocentes?
¿No
sería más PROVECHOSO para nosotros mismos y para los que nos rodean, REFUGIARSE en DIOS, pensando y diciendo lo
que también dijo el rey David a Yavé:
“Mi Señor eres TÚ, no hay DICHA para mí, fuera
de TÍ porque siempre TE tengo a mi diestra, no me MOVERÉ, (o sea no me ENFADARÉ
por nada del mundo?
¿Qué
trabajo nos cuesta estar CALLADOS ante cualquier contratiempo y en lugar de
IRRITARNOS, decir sin que nadie lo escuche porque sería un desahogo:
“PROTÉGEME
DIOS MÍO, QUE ME REFUGIO EN TI?
Ante
cualquier adversidad o contratiempo que nos pueda contrariar, será siempre más
POSITIVO y tranquilizante para nuestro humor, decir: “A lo hecho, pecho” sin
darle mayor importancia, sabiendo que esta actitud humilde y resignada, produce
un sosiego interno y mucho mérito ante Dios, que lo VE TODO.
Si
cambiáramos las QUEJAS, las CRÍTICAS, los REPROCHES etc.etc. en JACULATORIAS, la Convivencia SOCIAL
y FAMILIAR, sería “Un coser y cantar” y no una jaula de grillos, por no decir
algo más fuerte.
¿Qué
adelanta con BLASFEMAR el que se siente CONTRARIADO por una minucia o algo más
grande?
¿Si
no cree en la existencia de Dios? ¿Cómo LO puede ofender?
Si
es creyente, aténgase a las consecuencias razonables merecidas.
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