Todos sabemos que la tentación es un impulso, un capricho, un vértigo, una seducción, un deseo de disfrutar de algo prohibido por Dios,
La tentación, intrínsecamente no es mala, ni buena, ni
deseada, porque siempre debe ser
rechazada ya que al caer en ella, sería semejante al que sintiendo vértigo ante
un precipicio se arrojara al vacío.
Porque si fuera mala, deberíamos pedir en el Padrenuestro,
que Dios nos LIBRE de la tentación y no el que no nos deje CAER en ella, que es lo que realmente
está prohibido por lo mucho que nos perjudicaría.
También pedimos que nos libre del MALIGNO que no es otro que
Satanás a quién Dios le ha dado el PODER de tentar, y a nosotros el de la LIBERTAD para rechazarlo.
La tentación más maligna y diabólica es cuando de un modo
sibilino pero imperante, nos convencemos que lo que estamos deseando no es tan
malo ni prohibido y caemos ciegamente sin sentir remordimiento ni propósito de
enmienda.
Siempre que caigamos en la tentación es porque el poder de
tentar del demonio habrá sido más fuerte que nuestra libertad.
¿Pero por qué el claudicar
ante una tentación y pecar esta prohibido por Dios?. ¿En qué LE ofendemos?
A Dios nadie le puede ofender porque es demasiado Dios, ni
le pueden salpicar nuestras inmundicias.
Los pecados son piedras sobre nuestro propio tejado y sobre
todo en el tejado de terceras personas, a veces inocentes.
El que mienta, engaña y manipula a los demás, pierde su
personalidad, nadie se fía de él y sobre todo hace mucho daño.
El que calumnia destroza vidas ajenas, y tarde o temprano,
le devolverán la pelota.
El que sea infiel o adultere, llorará lágrimas de sangre
cuando haya destrozado la familia.
La que aborte, lo lamentará algún día, y posiblemente, hasta
maldiga a los que, no sólo se lo permitieron, sino que casi se lo fomentaron, y
no por razones humanitarias, sino por una política sectaria o equivocada.
¿Y
por puede producir PLACER cuando se rechaza una tentación?
Porque ganar una batalla al no caer en el pecado, nos ennoblece y eso da placer.
Pero sobre todo hay tentaciones no buscadas, ni consentidas;
pero que a veces son muy pegajosas, obsesivas, como son todas las que tocan el sexo,
que por ser con el que más nos parecemos
a Dios al ser procreadores, Satanás nos ataca con más virulencia, ya que
no puede hacerlo directamente con Dios.
Porque el sexo es lo
más sublime, lo más placentero, lo más grande y al mismo tiempo, lo más
abyecto, lo más ridículo, lo más humillante y, a veces, lo más destructivo
porque vive dentro de nosotros como una jauría de perros, a veces tranquilos,
satisfechos, pero en la mayor parte de nuestras vidas, andan rabiosos
enjaulados y, al menor descuido nos muerden a nosotros y a los demás con sus
inevitables consecuencias para todos.
Cualquiera puede sentir, sin buscarlo, cierta atracción o
enamoramiento hacia una persona determinada que aunque la rechace como algo
prohibido, siga sintiendo, inconscientemente cierto placer sin pleno consentimiento,
Un sexo controlado y usado de acuerdo con la moral
cristiana, puede producir más placer que con desaforado uso.
¿Que sería de nuestra salud si comiéramos y bebiéramos sin control?
¿Que sería de nuestra salud si comiéramos y bebiéramos sin control?
Nadie se libra de las tentaciones, puesto que el mismo
Jesucristo y todos los santos las sufrieron; pero todos lucharon y vencieron.
San Jerónimo sufría tales tentaciones que para luchar contra
ellas y evitar que ocuparan su pensamiento e imaginación, que es donde las
tentaciones anidan a sus anchas, tomo la decisión de traducir todas las Sagradas
Escrituras al latín, teniendo que aprender los distintos idiomas en los que
estaban escritas y así consiguió dejar escrita la VULGATA , así llamada la de
entonces primera Biblia en latín
He aquí una tentación RECHAZADA que nos hizo tanto bien. y a
San Jerónimo le daría orgullo y felicidad.
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