Todos conocemos el poder destructivo que tienen el invisible
VIENTO con sus huracanes, tornados etc,
y las fuerzas TELÚRICAS con sus
terremotos.
Las epidemias, los virus etc, Tan INVISIBLES pueden causar más muertes y sin tantos gastos materiales ni destrucción que
las guerras.
El poder invisible de las grandes IDEAS, al convertirse en
la realidad, son las que nos han traído progreso y bienestar.
Gracias al AMOR que
es algo invisible, existimos, nos multiplicamos, nos amamos, nos odiamos y
vivimos.
La honradez, la humildad, el sacrificio OCULTO, el trabajo
sin protagonismo y la solidaridad con todos amigos y enemigos, derriban muros
infranqueables.
Satanás también se quiere hacer invisible creyendo que así
tendrá más poder; pero sus siniestras obras le delatan. Es un demagogo consumado, porque
como Padre de la mentira, nos engaña con
aparentes verdades cargadas de insidias.
Jesucristo, precisamente por se Dios,
fue el hombre más invisible y tan DESCONOCIDO que para poder ser distinguido
entre sus discípulos y conducido al patíbulo tuvo Judas que besarlo
Así como sólo conoceremos que han existido las Ideas cuando se han convertido en realidades, tendremos que CREER que Dios existe al disfrutar de todas las maravillas que nos rodean y ESPERAR otro mundo sin problemas.
Así como sólo conoceremos que han existido las Ideas cuando se han convertido en realidades, tendremos que CREER que Dios existe al disfrutar de todas las maravillas que nos rodean y ESPERAR otro mundo sin problemas.
Los principios morales y religiosos
que estén ocultos dentro de nosotros
cualquiera, al convertirse en hechos reales ejemplarizantes tendrán más poder
que la mucha palabrería y promesas.
Mientras todos
los sabios no ejercían influencia ni siquiera sobre la moral de la calle, en
que vivían, el ejemplo de Jesucristo lo ha transformado todo.
Aunque mucho antes de haber reconocido todo esto
también dijo:
Jesucristo
necesitó doce apóstoles para propagar el cristianismo, yo voy a demostrar que basta uno solo para
destruirlo.
Y
murió sin conseguirlo, el 31 de Mayo del 1778 a los 84 años con horribles manifestaciones de desesperación habiendo
pedido un sacerdote que se lo impidieron sus amos, como cuenta la marquesa Villete en cuya casa
murió.
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