Todos sabemos que un diamante en bruto sólo adquiere su
valor cuando se talla y brillan sus
múltiples caras.
TENER FE es algo muy valioso, pero sólo en potencia porque hasta que esa FE no se convierta en VIDA no
dará fruto.
¿De que nos serviría tener un magnífico Ferrari, un lujoso apartamento en
la playa sin apenas usarlos, viviendo en un mal piso?
VIVIR en mucho más importante que TENER, porque alguien muy
pobre que apenas TIENE para comer, puede que VIVA más feliz que el rico que
teniendo tanto, acabe diciendo, como
Cristina Onassis antes de suicidarse: "Soy tan pobre tan pobre, que sólo tango
dinero"
TENER y VIVIR la
Fe sería para el que teniendo que cruzar el estrecho de un
mar embravecido TOMARA su nave que sería
la FE y remando
que sería su VIDA llegaría a puerto seguro.
Como los ejemplos valen más que mil palabras, sepamos cómo
TUVIERON y sobre todo, VIVIERON su fe los siguientes personajes históricos:
No quiero hablar de cómo VIVIÓ Abraham su fe cuando Dios le
pidió que sacrificara a su hijo Isaac.
Tampoco cómo VIVIÓ su fe el Santo Job que Dios permitió que Satanás lo
dejara arruinado y hecho una piltrafa humana y decía: “Dios me lo dio, y Dios
me lo quito, Bendito sea”
San Pablo que tuvo que CREER en Jesucristo casi a la fuerza,
cuando sólo LO OYÓ en el camino de
Damasco, y LE amó, quizás más que los demás apóstoles, posiblemente porque el
amor sin ver y a distancia, suele ser más poderoso, como nos sucede cuando se
ama a una persona ausente. VIVIÓ esa CREENCIA a tope cuando dijo:
“Mi vivir es Cristo” Mihi vivire Christus”
“Deseo
morir para estar con Cristo” (Cupio dissovi et esse cum Crhisto”
Santa Teresa de Jesús tenía y vivía de tal forma su fe que
decía:
“Nuestra vida es como una mala noche en una
mala posada”
“ Que Dios también andaba entre los pucheros.
San Juan de la
Cruz también dijo:
“Vivo
sin vivir en mí y tan alta vida espero que muero porque no muero”.
“Mi alma se ha empleado
y todo mi caudal en su servicio.
ya no guardo ganado,
ni ya tengo otro oficio,
que ya sólo en amar es mi ejercicio”
Todos lloramos, unos más que otros, en este valle de
lágrimas con la diferencia de que para muchos son lágrimas, a veces muy amargas
y sin consuelo y para muy pocos se les pueden convertir en lágrimas de consuelo
y agradecimiento al comprobar que Dios les protege porque han CREÍDO y sobre
todo VIVIDO lo siguiente de Santa Teresa:
Nada te turbe,
nada
te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda,
la paciencia,
todo lo alcanza
quien a Dios tiene,
quien a Dios tiene,
nada le falta,
SOLO DIOS BASTA.
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