Si se llegara a descubrir un planeta en medio de las miles de galaxias que existen en el firmamento en donde se encontrara un PARAÍSO como el que voy a describir, todos desearíamos vivir en él.
Allí se nace pero nunca se muere, no existe la enfermedad ni el dolor. Siempre se casa con la pareja adecuada y el amor existe para toda la eternidad sin aburrimientos ni desencantos ni discusiones, siempre como el primer día del enamoramiento.
Los hijos se engendran con un amor sublime y un placer permanente sin la humillación y lo fugaz del sexo
. Todos son guapísimos, inteligentes, trabajadores y el trabajo (que hay para todos), es como unas vacaciones permanentes porque cada uno trabaja en lo que le gusta, el tiempo que quiere y siempre como hobby.
No existe la envidia, la calumnia, las zancadillas porque todos tienen
lo que desean.
No hay guerras ni cataclismos ni accidentes y el tiempo es para cada uno
el que desea, se duerme a pierna suelta y no cuesta nada levantarse
porque es para disfrutar de un nuevo día que siempre tiene sorpresas
agradables y gratificantes, nada de ansiedades, estreses ni depresiones.
Cada día se descubren nuevos placeres corporales, espirituales y siempre
con horizontes al infinito.
En una palabra, este paraíso seria el no va más, sólo alcanzable para
multimillonarios, caso que el hombre, por muy adelantado que estuviera.
Pues esto que es pura ciencia ficción y que caso que existiera,(porque
no podemos negarle a Dios la posibilidad de que haya creado ese mundo
paradisíaco), se convertirá en una realidad todavía más envidiable para
todos aquellos creyentes que hallan vivido aquí en la tierra como Dios
manda.
Si Jesucristo estando en la cruz, le dijo al Buen Ladrón: “Hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso” es porque existe.
Unos saduceos le preguntaron a Jesús, que si una mujer que había estado casada con siete hermanos porque con ninguno había tenido descendencia, de acuerdo con la Ley de Moisés, con quién de ellos sería mujer al resucitar
. Jesús les respondió: “En la resurrección ni se casaran, ni se darán en casamiento, sino que serán como ángeles.”
También San Pablo en su carta segunda a los Corintios, da testimonio de que existe ese Paraíso:
“Sé de un hombre en Cristo que hace catorce años – si en el cuerpo, no lo sé, si fuera del cuerpo, tampoco lo sé, Dios lo sabe – fue arrebatado hasta el tercer cielo; y sé que este hombre – si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe – fue arrebatado al PARAÍSO y oyó palabras inefables que el hombre no puede decir.”
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