Si
Alguien se queja de que su lámpara no luzca, a sabiendas de que no la tiene
conectada con la red, es que está loco.
La energía corre día y noche por los cables; pero si
no sabemos o no queremos conectar, difícilmente tendremos luz.
Entramos en la iglesia, nos arrodillamos ante el
Santísimo y como si nada.
¡¿Cómo es posible que Jesucristo esté allí día y noche
y no lo sintamos?! ÉL permanece en el Sagrario, como la energía, esperando que
conectemos con ÉL
Una cosa es tener dinero, y otra
saberlo gastar para disfrutarlo. Lo mismo nos puede suceder en lo espiritual.
Una cosa es tener fe y otra saberla vivir para TENER a DIOS.
Ante un Dios Sacramentado, que ni vemos
ni sentimos, tenemos que poner mucho de nuestra parte agudizando el ingenio.
¡¿Cuántos malos pensamientos nos entran por la cabeza
que nos hacen obrar el mal?!, pues meditemos las siguientes palabras de
Jesucristo:
“El que come mi carne y bebe mi sangre,
mora en MÍ y YO en él”
“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”
“Venid a MÍ, todos los que andáis angustiados con
trabajos y cargas y YO os aliviaré”
“Si alguno me ama y guarda mi palabra, mi Padre lo
amará y vendremos y haremos morada en él”
La soledad, los temores, las angustias y las
depresiones, puede que se nos cuelen por una puerta; pero saldrán por otra, en
cuanto pensemos y CREAMOS:
Si DIOS ESTÁ
con nosotros. ¿QUÉ o QUIÉN contra nosotros?
No es más feliz el que más tiene, sino el que se
conforma con lo que tiene.
Cuando un contratiempo nos enfurece. ¿Qué adelantamos
con quejarnos de Dios?. Sería como darse de cabezazos contra un muro.
Pero Si aceptamos resignadamente la voluntad Divina, el
problema no desaparece; pero, al menos, sentiremos algo de paz y tranquilidad.
La calma
siempre viene después de la tormenta.
Para que sepamos cómo POSEER a DIOS, leamos lo que un
día le dijo Jesucristo a Santa Teresa:
“¡AY, HIJA MÍA, qué pocos me AMAN con verdad! Que si
me amasen, no les encubriría mis secretos.
¿Sabes qué es amarme con VEDAD? Entender que todo es
MENTIRA lo que no es AGRADARME a MÍ.
Con claridad
verás esto que ahora no entiendes en lo que aprovecha tu alma.”
Puede que alguien piense que es un tanto ridícula la
expresión “AY, HIJA MÍA” que Jesucristo, todo un DIOS, se la dirija a una de
sus hijas amadas.
¿Acaso es ridículo que un padre le diga a su bebé
abrazándolo:”Estás para comerte?”
¿Y los
requiebros de los enamorados?
Este “Ay, hija mía” esta llena de AMOR porque Santa
Teresa se lo merecía.
Al que no se lo merezca por sus muchos pecados,
posiblemente le diría también con ternura y tristeza: AY, HIJO MÍO, qué lejos
estás de MÍ.
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