domingo, 15 de febrero de 2009

CON DIOS Y SIN DIOS

No nos queda otra alternativa en este mundo que vivir con Dios o sin Dios.

Los que crean firmemente en la existencia de Dios, en el que “Somos, Vivimos y nos Movemos” y en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía que está siempre entre nosotros y con quien podemos convivir, sí que pueden decir que viven con Dios, aunque muchas veces, eso no es suficiente para creérselo.

No basta creer en Dios para decir que se vive con Dios. Una persona que está lejos no vive físicamente con la familia; pero si realmente la quiere y piensa muchas veces en ella, puede asegurar que su familia vive con él.

Para poder afirmar que se vive con Dios que está ausente, es necesario hacer con mucha frecuencia actos de presencia de Dios en nosotros y saberLO encontrar en todas las maravillas que nos rodean y, sobre todo, cuando se le recibe en la Eucaristía.

Al saber los que quieran alcanzar la gloria, que por toda la eternidad tendrán que vivir con Dios y que no podrán hacer otra cosa que ser amados por EL, les sería muy necesario que en este mundo se fueran familiarizando con Dios.

Los que vivan sin Dios en este mundo y por lo tanto no esperan otra vida, cuando crucen el umbral de la muerte y esperando la aniquilación completa del cuerpo, se encuentren cara a cara con Dios, LO dejarán de ver por toda la eternidad y no por venganza de Dios que no podrá imponer su PRESENCIA, porque nunca ha sido ni deseada ni aceptada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta mucho lo que dices de recordar a Dios en nuestra vida, haciendo recuerdos de su amor y providencia por ejemplo ,pero al final no veo tan claro lo que pasará a los que no creen en Dios o no lo han recordado nunca.