martes, 24 de febrero de 2009

¿EN QUÉ CREEN LOS QUE NO CREEN?

Sería muy interesante saber en qué creen los que no creen, porque a lo mejor creen en algo más importante que creer en Dios.

No merece la pena hacer esta pregunta a los ateos intelectuales, porque si saben como los define la Real Academia de la Lengua Española, dirán que no sólo no creen en Dios, sino que hasta niegan su existencia, afirmación muy fácil de decir y casi imposible de demostrar.

Puede que para algunos sea muy cómodo y más provechoso no creer en un ser Superior a quién tendrían que rendir cuentas en su día, y posiblemente dirían que sólo creen en el dinero, en los placeres que se disfrutan y se ven; pero eso no es creer.

Por lo tanto, mientras no sepamos en que creen, nosotros sí que creemos en Dios que es lo más grande y maravilloso que cualquier ser racional puede imaginar y disfrutar cuando haya pasado todo.

Aunque la fe es creer en algo que no se ve, tenemos testimonios de personas con mucha autoridad que así nos lo dicen:

Leamos lo que San Pedro dejó escrito en su primera carta:

“Bendito sea Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia nos reengendró a una viva esperanza por la resurrección de Jesucristo entre los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, que os está reservada en los Cielos, a los que por el poder de Dios habéis sido guardados mediante la fe para la salvación que está dispuesta a manifestarse en el tiempo último”.

Algunos santos, ya en la tierra, gozaron por algunos momentos de lo que sería la otra vida.

San Pablo en su carta segunda a los Corintios, cuenta:

“Sé de un hombre en Cristo que hace catorce años – si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, tampoco lo sé, Dios lo sabe – fue arrebatado hasta el tercer Cielo; y sé que este hombre – si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe – fue arrebatado al Paraíso y oyó palabras inefables que el hombre no puede decir”.

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