jueves, 12 de febrero de 2009

HAY QUE AVIVAR LA FE

Todos sabemos que la fe es un gran don de Dios que siempre está
dispuesto a darlo a todo el que quiera recibirlo.

La fe que recibimos al principio es como un pequeño fuego y lucecita que nos calientan y nos abren las puertas, aun aquí en la tierra, de un mundo mejor y nos dan una transcendencia infinita que nos ayudan a sobrevivir con esperanza y optimismo.

Cuando se recibe y ya se tiene la fe hay que saberla, no sólo mantener, sino aumentar, porque fácilmente, si no se pierde, al menos puede quedar como un rescoldo que ya no da calor o quedar como una lucecita tan apagada y tenue que apenas nos ilumina y calienta en las noches frías de las dudas y adversidades.

El ex primer ministro británico Tony Blair recién convertido al catolicismo dijo en una conferencia lo siguiente: “La fe religiosa puede ser una fuerza de progreso, siempre que evite el extremismo y la tendencia a la exclusión”.

El comisario europeo de Comercio, Peter Mandelson, asegura que Blair iba a todas partes con una Biblia, que es lo último que lee antes de dormir y que donde se encuentre un domingo, pide siempre a sus colaboradores que le busquen una iglesia donde pueda asistir a misa. Esto sí que es avivar la fe.

¿Cuántas veces al día pensamos que Dios existe y que como decía San Pablo: “En Dios somos, vivimos y nos movemos? Siempre que lo pensemos, será como avivar un fuego interno que nos dará calor y fuerza para seguir trabajando y viviendo con más alegría, porque si Dios está a nuestro lado, nada nos puede pasar si creemos lo que Santa Teresa dejó escrito:
Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda,
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
solo Dios basta.

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