viernes, 19 de junio de 2009

UN HOMBRE INVISIBLE

¿A quién no le gustaría ser invisible? para poder pasar desapercibido en muchas ocasiones y sobre todo para estar presente entre ciertas personas y circunstancias en las que uno tiene sospechas de que se le despelleja vivo. Gracias a Dios esto no puede suceder porque la convivencia sería un infierno. Aguantémonos como estamos. Jesucristo fue y es el único hombre invisible. Alguien puede decir que si nadie presenció el mismo momento de la Resurrección, no se produjo tal acto. Tampoco se presencia el momento físico de la muerte de alguien, ni muchos padres el momento del nacimiento de su hijo. Lo que les hicieron decir a los guardianes de que cuando ellos estaban dormidos, se llevaron a Jesús sus discípulos, es de lo más contradictorio. ¿Cómo lo pudieron ver si estaban dormidos? Ninguno de sus discípulos se merecía presenciar tan sublime acontecimiento, puesto que lo abandonaron, lo negaron, y perdieron la FE en EL. Como los cuerpos GLORIOSOS no impresionan la retina del ojo humano, los Apóstoles vieron después a Jesucristo, no con los ojos del cuerpo, sino con los ojos de la FE, como dijo Santo Tomas de Aquino, aunque más tarde en sus distintas apariciones, hasta lo pudieron tocar. Si Pilato hubiera estado en el lugar en que Jesús se apareció a sus apóstoles, no habría visto nada. HACÍA FALTA FE. Conocer la Resurrección equivale a creerla. Jesucristo antes de morir le dijo a sus discípulos: “Dentro de poco el mundo ya no me verá; pero vosotros sí me veréis, porque yo vivo y también vosotros viviréis” (Jn.14). Al tener Jesucristo resucitado un cuerpo glorioso era completamente invisible, y por eso los discípulos de Emaus no lo reconocieron hasta que no se les abrieron los OJOS DE LA FE al partir el pan. La Magdalena no LO reconoció, teniéndolo a su lado, hasta que no recobró la fe al oír su voz preguntándole por qué lloraba. La tarde del primer da de la semana, estando CERRADAS las puertas del lugar donde se hallaban los discípulos por temor de los judíos, vino Jesús y, puesto en medio de ellos, les dijo: “La paz sea con vosotros.” (Jn.20). Jesucristo entró sin que se ABRIERAN las puertas. Jesucristo en cuerpo GLORIOSO está Arriba junto al Padre y aquí abajo en la Eucaristía y como un inmigrante sin papeles porque ningún gobierno se los quiere dar por miedo a que les arrebata el poder. Nosotros LO podremos reconocer si lo buscamos con los OJOS de la FE y al encontrarlo, se quedará a nuestro lado, LO sentiremos, seguirá con nosotros y nos ayudara mientras tengamos FE.

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