jueves, 18 de junio de 2009

APOSTAR POR EL PERDEDOR

En las carreras de caballos, casi todos apuestan por el ganador y si efectivamente sale ganador, la bolsa a repartir es menor. Si alguien, asumiendo riesgos, apuesta por el perdedor, si gana, será para él toda la bolsa.

Cuando ciertos valores de bolsa empiezan a subir, muchos compran sin informarse de que tales valores están tocando techo y si venden, no ganan nada. El que precavido, poco ambicioso y un tanto informado invierte en valores sin altos ni bajos y tiene un poco de paciencia puede que, al vender, gane algo y casi nunca pierde.

Muchos jóvenes hoy, cuando entran a trabajar en una empresa, quieren pronto ser jefes. Apuestan por lo más alto. El que empieza desde abajo con preparación, capacidad, trabajo, tesón y honradez, aunque, como es natural, aspiren a lo más alto y no lo hagan con codazos y zancadillas, seguro que lo conseguirá.

La mayor apuesta y en apariencias más arriesgada que se puede hacer en este mundo, es apostar por Jesucristo, el mayor fracasado y el triunfador por antonomasia.

El que se declare con palabras y hechos que es católico seguidor de Jesucristo, posiblemente será menospreciado por muchos; pero sin darse cuenta y con humildad sepa que ha apostado por el único ganador, todos los demás, por muy poderosos que sean, desaparecerán. Jesucristo ni ahora ni nunca. Es Dios. ¿Se puede apostar por algo más grande?

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