jueves, 4 de junio de 2009

LOS TRES AMORES

Amor, amor…¡Menuda palabrita, tan manida y misteriosa! Todos sabemos qué es el amor y qué pocos lo practicamos.

No confundamos el amor con el cariño, la amistad, la afinidad, la compasión, las pasiones, los apetitos, las filias, los celos, las preferencias.

El amor es todo eso y mucho más. Es tan sublime y surge de algo tan espiritual y profundo como el alma, que no se puede definir, sino sólo sentir.

Existen tres amores puros y auténticos:

El primer amor, que todos en más o menos, hemos sentido y que al ser Platónico, también hemos sufrido, es el más puro e inocente.

El amor a la familia, a los hijos pequeños e indefensos es el más sacrificado y gratificante.

El amor a Dios es el más sublime, porque nos purifica nos eleva y nos hace poder vivir por encima de todas las adversidades.

El que tenga estos tres amores o alguno de ellos, puede que consiga algo de felicidad.

Los demás, mal llamados amores, nos darán placer; pero placer no es sinónimo de felicidad. La felicidad es algo más profundo y duradero que casi roza con lo divino, porque DIOS sí que es AMOR. “Deus Charitas est”.

Se nos pide que amemos al prójimo, o sea, próximo, porque al tenerlos tan cerca y conocer sus defectos, es, a veces, a quien más criticamos y odiamos.

Es muy triste ver que cuando se nos dice que debemos amarnos como hermanos, es cuando, por desgracia, se dan más enfrentamientos y aunque es verdad que con el roce, surge el cariño, también se entablan discusiones de las que saltan chispas, y todo porque no conocemos y menos aún practicamos lo que en el capítulo trece de su carta a los Corintios, dejó San Pablo escrito sobre el amor:

El amor es longánime
Es benigno,
no es envidioso
no es jactancioso
no se hincha
no es descortés
no busca lo suyo
no se irrita
no piensa mal
no se alegra de la injusticia
se complace en la verdad
todo lo excusa
todo lo cree
todo lo espera
todo lo tolera.

El que practique el amor con estas cualidades, estará por encima de todo y de todos, y auque tenga que seguir volando a ras de tierra, no le salpicará el barro y conseguirá algo de felicidad tan deseada y tan poco hallada.

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