martes, 23 de junio de 2009

LOS ROPAJES y la IGLESIA

La misión más importante e ineludible del ropaje, además de cubrir nuestra desnudez, es, unas veces ocultar nuestras deformidades corporales y otras realzar su belleza, véanse ciertos desfiles de modelos, no todos, por cierto, pero ningún vestido o traje, por muy bello y ostente famosa marca, podrá cambiar nuestro cuerpo.

Las modas que cambian y se repiten como las estaciones meteorológicas son imprescindibles e imprevisibles; pero necesarias, hasta cierto punto y jamás pueden olvidar que su principal cometido es cubrir nuestras vergüenzas, cosa que, a veces, no lo hacen del todo.

Todas las modas son discutibles y discutidas pero se imponen y arrollan en su tiempo.

Muchas normas y costumbres que predica la Iglesia, son como el ropaje del espíritu, que puede que en unos tiempos sean de un modo o de otro; pero siempre lo que pretenden es cubrir y proteger el espíritu, que es lo fundamental y no puede cambiar.

Muchos abandonan la Iglesia porque no están de acuerdo con sus normas, que por otra parte son necesarias para mantener lo esencial.

Algunos dicen que sus normas asfixian y están anticuadas, olvidando o ignorando que la Iglesia, que es universal y en su seno se congregan muchos pueblos y culturas, no tiene más remedio que ofrecer, nunca imponer, ciertos comportamientos generales y un tanto exigentes, porque si “nos dan la mano, nos tomamos el brazo”. Así actuamos los humanos.

Para eso están los sacerdotes y los médicos, para aplicar, en cada caso, el consejo y la medicina más adecuada. Tan peligroso es para el cuerpo, medicarse sin receta, como para el espíritu, hacer “de su capa un sayo” con todo lo que aconseja la Iglesia.

Puede que le esté sucediendo hoy día a la Iglesia, es que, dados los ataques continuos que está recibiendo de ciertos sectores por discrepar de su ideología y al tener que defenderse, no le queda mucho tiempo para prepararse, predicar y enseñar el Evangelio y robustecer el espíritu fortaleciendo sus raíces que no son otras que las enseñanzas de Jesucristo, haciéndolo de un modo inteligible, ameno y que despierte AMOR a Jesús y su doctrina.

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