sábado, 20 de junio de 2009

¿QUEREMOS CONVIVIR O MALVIVIR?

“La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da os la doy yo” Palabras de Jesucristo a sus discípulos. (Jn.cap.14).

Si no somos capaces de vivir en convivencia, no nos podremos quejar si estamos siempre en guerra.

Si ansiamos la paz y no queremos estar condenados a un malvivir, luchemos para que siempre reine la paz que no es otra que la convivencia.

Nos pongamos como nos pongamos, estamos condenados a convivir, porque Dios quiso que “Nos amásemos y nos amasémos.” Ley de vida; pero para que ese amasarse sea llevadero, hay que saber renunciar a mucha cosas.

Saber y querer perdonar “Hasta setenta veces siete” como Jesucristo le dijo a San Pedro, lo que significa que prácticamente siempre hay que perdonar, y si ha sido calumniado, despreciado, o injuriado, que no lo tenga en cuenta, que pase de todo como si no fuera con él. Difícil comportamiento.

El que haga esto, sufrirá; pero es el precio que tiene que pagar para ganar en tranquilidad. Que lo medite, compare y se dará cuenta, que en muchos casos, se gana más haciendo oídos sordos. Y Se diga aquello: “Ande yo caliente y ríase la gente”.

Jamás vengarse porque la VENGANZA de los hombres buenos, es perdonar. Unamuno lo dijo así: “El perdón es la venganza de los hombres buenos”.

Si queremos ser hombres buenos y vivir tranquilos, lo mejor es no vengarse nunca, porque la venganza no puede aumentar la felicidad, a lo sumo decir: ya me he vengado, con lo que se satisface un rencor u odio que nuca puede reparar el daño inflingido y casi seguro una posible replica y por lo tanto una guerra con la sociedad, con los vecinos, con los compañeros de trabajo, con los propios familiares etc,etc,

Existen muchas pequeñas, solapadas y sutiles venganzas intencionadas o no; pero que pueden provocar una guerra fría, corta o larga.

Si alguien, en broma o en serio, suelta una palabrita con la que pueda herir a otra persona, puede provocar dos reacciones:

Que se dé por ofendida, se la guarde y a la primera de cambio, se la devuelve. Se armó la guerra declarada o soterrada; pero que mina la convivencia.

Que la ofendida, aguante y nuca se vengue, o la que ha ofendido, pida perdón y entonces la convivencia será muy cordial y duradera.

Para todo esto tenemos que tener muy presente y recordar lo que rezamos en el Padre Nuestro cuando decimos; “Perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden” o aquello otro “No quieras para los demás lo que no quieras para ti” o “Con la misma medida que midáis seréis medidos.” Todo de difícil cumplimiento; pero si no se cumple, será peor, el tiempo lo dirá.

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