martes, 20 de marzo de 2018

¿CUÁL ES EL BIPARTIDO INELUDIBLE Y DESEABLE?

                Jesucristo, al joven del Evangelio, lo miró con amor. La juventud que es la más querida de Dios, pasa de El, aunque es verdad que de la juventud surgen más vocaciones religiosas que de otra etapa de la vida.

         Entrar en la edad juvenil, es meterse en un torbellino de pasiones, sentimientos, ilusiones, proyectos, aventuras y, a veces, sin un rayo de luz, sin brújula y zarandeado por toda clase de reclamos y manipulaciones.

         En la juventud es un continuo subir para luego bajar. En las grandes escaladas, tan difícil es subir como bajar. Cuanto más alto se  sube, más se tardará en  bajar. Al final de la bajada, estará la muerte. Si en la cumbre se habla con Dios, la bajada será de SU mano, si le damos la nuestra con amor.

         Los jóvenes de todas las edades se han creído poseedores de la verdad y que sus mayores han vivido equivocados. También ellos llegarán a ser mayores.

        Si el hogar en donde el hijo no aprenda del padre y el padre no comprenda al hijo, será un infierno.

       Lo mismo nos pasará si no hay entendimiento razonable entre jóvenes y mayores, si no renuncian a intereses propios, en defensa de todos, incluidos ellos mismos. 

         Hoy día quien impone las normas es la juventud. Apenas se dejan aconsejar. Aceptan todas las modas, idolatran a sus cantantes y siguen todas las corrientes progresistas y revolucionarias.

El  joven no suele hacer inversiones a largo plazo. Le es más fácil vivir el momento presente; pero si no le da a la vida una proyección de eternidad, pronto se le quedará corta. Si  no camina bajo la sombra de lo transcendente,  morirá bajo los rayos abrasadores de lo temporal.

El joven, con frecuencia, tiene a Dios  recluido en libertad condicionada a que  le dé cuanto LE pida caprichosamente y, aunque Dios nos parezca un pordiosero, en SUS manos vivimos, nos amamos, nos odiamos, sufrimos, gozamos, soñamos y morimos. Pocas veces levantamos los ojos para encontrarnos con los de Dios, que día y noche nos miran y esperan con tristeza  que dejemos de clavarle los nuestros con insolencia.

Que nuestras lágrimas mojen sus manos resecas y curtidas de tanto bregar con nuestras rebeldías.

El día que surja una NUEVA generación que PIENSE y VIVA

Dándole a DIOS su CORAZÓN
La MANOS a los DEMÁS.
Y para ELLOS, lo que DIOS y los demás, le quieran DAR

Tendremos un Mundo más HUMANAMENTE DIVIVNO.

        

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