Cuando Jesucristo, ya resucitado, le preguntó a San Pedro, por tres veces, si LE amaba y ante las respuestas cariñosas y tristes de San Pedro, Jesús le dijo: Sígueme.
Al ver San Pedro
que San Juan venía detrás: Señor, dijo: y ¿Este qué?. Jesús le dijo: Si yo
quisiera que éste permaneciese hasta que yo venga, a ti ¿Qué?. Tú sígueme.
Muchas
veces decimos que nos preocupamos de los demás, cuando en realidad, es
curiosidad por saber si el otro sale más favorecido.
También puede que alguno
pregunte: Señor, ¿Por qué me favoreces y a otros no?.
Tú sigue confiando en mí, respondería.
Tú sigue confiando en mí, respondería.
Ahora no
se trata de eso, es mucho más importante lo que nos podría estar diciendo
Jesucristo a todos los que estamos preocupados por todo lo que nos está
sucediendo en el orden económico, político, social y sobre todo religioso y que
por el camino que vamos, como no cambiemos de rumbo, acabaremos en el abismo.
¿Qué hacer? ¿Cabrearse? ¿Preguntárselo a
Jesucristo como hizo San Pedro?
No, porque la respuesta ya la sabemos. Vosotros
seguidme, nos diría.
Efectivamente, nosotros lo que tenemos
que hacer es seguir a Jesús con auténtica fidelidad a su doctrina, no
callándonos ni avergonzándonos de ser católicos de verdad en el pensamiento y
sobre todo con el comportamiento.
Lo que tenemos que hacer es PEDIR a DIOS
que intervenga cuanto antes, aunque ya, en parte, lo está haciendo, a su modo; pero lo está haciendo, sin que nadie
pueda decir que esta CRISIS mundial y de caballo que estamos padeciendo y que
no se le encuentra solución, ha sido un castigo de Dios, sino que ha sido
provocada por nuestra soberbia, nuestra avaricia, nuestro egoísmo, nuestro
materialismo esquizofrénico, nuestra mala educación, nuestra falta de
principios morales, religiosos y
nuestros libertinajes.
Aunque, como siempre, pagan justos por
pecadores, deberíamos aceptar y recordar que al final de la siega, el trigo irá
a los graneros y la cizaña al fuego eterno.
Entonces nos ahorraremos preguntarle a Jesucristo: Y ¿Estos qué?
Entonces nos ahorraremos preguntarle a Jesucristo: Y ¿Estos qué?
Estamos embarcados en un progreso tan
horizontal tan horizontal y tan perdido tenemos el norte que, impenitentes,
tozudos y enrabietados como críos, no sabemos o no queremos mirar al cielo para
no tener más remedio que seguir la ruta que nos marque la estrella POLAR
No nos queda más remedio que seguir
suplicando a Nuestro Señor Jesucristo y a Nuestra Madre la Virgen que nos sigan protegiendo
a cada uno de nosotros y que consiga cambiar el actual rumbo de esta humanidad,
tan inhumana.
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