¿Cuántos políticos, famosos y
millonarios, darían cualquier cosa por poder prescindir de los guardaespaldas, con los que siempre andan con temor y, sobre todo, privados de la intimidad
y libertad?
Pues todos nosotros, aunque ni lo creamos ni
lo queramos, tenemos un guardaespaldas invisible, que es nuestro Ángel de la Guarda.
Porque bien bien claro, Jesucristo, que es Dios, dijo
"Mirad que no despreciéis a uno de estos pequeños, porque en verdad os digo que sus ÁNGELES ven de continuo en el cielo la faz de mi Padre, que está en los cielos" (Mt,18-10)
Voy a transcribir el siguiente relato,
escrito por Alex Rosal, que sucedió por el años 2009.
“El director de finanzas de una
multinacional, después de una hora de “footing” por los canales que atraviesa
Rotterdam, se topó con una multitud que gritaba con desesperación en lo alto de
un puente.
Un hombre de unos sesenta años se
estaba ahogando y nadie de aquella multitud se tiraba al río para salvarlo.
Nuestro director, Javier Menéndez Ros,
madrileño y con siete hijos, se lanzó al agua, y no sin dificultades
consiguió arrastralo hasta la orilla, le salvó. Se llamaba Jacob.”
“Un mes después de este suceso, ya en
Madrid, estando de vacaciones con toda la familia, el pequeño de los Menéndez,
Diego de tres años, se tomó la libertad de tirarse él solo a la piscina de la
urbanización, en un día en que los padres estaban pendientes de los abuelos y
amigos invitados.
Dieguito sin los preceptivos manguitos,
se hundió en el agua sin que nadie se diera cuenta.
Al cabo de unos
minutos, el Ángel de la Guarda
de Jacob avisó a Pilar, la madre, que lo rescató del agua.
Todos
en la familia Menéndez saben que el Ángel de Jacob salvó al pequeño de
una muerte segura.”
¡Qué alegría nos dará cuando en el
Cielo lleguemos a conocer a nuestro Guardaespalda, sobre todo si aquí en la
tierra, de vez en cuando, nos hemos acordado de él y en él hemos confiado!
Yo desde que tengo uso de razón y tengo 92 años, a mi Ángel de la Guarda le pido:
"Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, no me dejes solo, que si no me perdería"
Yo desde que tengo uso de razón y tengo 92 años, a mi Ángel de la Guarda le pido:
"Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, no me dejes solo, que si no me perdería"
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