“Yo soy el camino, la verdad y la vida.”
“Yo soy la luz del mundo.”
“Yo soy la resurrección y la vida”
“Yo he vencido al mundo”
“Sin mí nada podéis hacer”
“Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”
“Venid a mí todos los que andáis angustiados con trabajos y cargas y yo os aliviaré”
“Yo estaré con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos.”
Nadie le escucharía, se reirían de él, lo tomarían por loco, le darían la espalda y lo dejarían con la palabra en la boca, y con mucha razón, porque jamás, ningún líder, por muy carismático que fuera se atrevería a pronunciar tales afirmaciones.
Jesucristo sí que las pudo sentenciar con plena autoridad como Dios que era, y aún dijo más:
“Quien me ve a mí, ve al Padre”
“Mi Padre y yo somos uno”
“Mi Padre obra continuamente y yo ni más ni menos”
“El que come mi carne y bebe mi sangre, mora en mí y yo en él”
“Si alguno me ama y guarda mis palabras, mi Padre le amará y vendremos a él y haremos morada en él”
Todo esto lo refrendó Jesucristo con su Crucifixión y Resurrección, como Dios y hombre verdadero que era y sigue estando entre nosotros.
Muchos hombres y mujeres, al creer en estas palabras, han dado el salto en el vacío sin más red que la FE , y no solamente no se han estrellado en el abismo, sino que han subido tan alto, que, al casi tocar el cielo, han descendido hasta nosotros y con su vuelo rasante, han dejado sembrado y siguen sembrando FE, PAZ, CONCORDIA, FRATERNIDAD y AMOR.
Queda de manifiesto que sólo podría y debería ser el que nos gobernara con Poder y sobre todo con AUTORIDAD el que fuera un hombre de FE, que sembrara PAZ, CONCORDIA, FRATERNIDAD y AMOR a los POBRES sin apoyarse en ellos para subir al poder y demostrarlo con OBRAS y no sólo con palabras y promesas
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