Ese Levantarse y volverse acostar es el trabajo que día a
día nos mantiene vivos.
El Trabajo es también lo más agradable y desagradable porque
deseamos tenerlo y cuando lo tenemos lo odiamos, siendo la paradoja ineludible
y necesaria si queremos seguir vivos
Otra paradoja es que si queremos vivir, tenemos que ir
muriendo poco a poco.
Por eso si al levantarnos nos sentimos un tanto desabridos,
apáticos y queremos seguir vivos, tendremos que empezar a matar la pereza, la
inercia el mal talante con los demás y sobre todo PENSAR que estamos en las
MANOS de DIOS y entonces se nos abrirá ese
horizonte empequeñecido y angustiante.
Pero jamás salir de casa como cantábamos en el catecismo:
“En mi casa sólo hay uno,
que no reza al levantarse,
se levanta, y se sacude,
la zanguanga y a la calle”
Para el Cielo
ir,
reza sin cesar
y los Mandamientos
fielmente guardar”
Los
que salgan así de casa porque no CREEN, en Dios ni en la otra VIDA, sepan que
cuando dormimos, que es una tercera
parte del día, estamos MUERTOS, porque aunque lata nuestro corazón y todos
nuestros organismos vitales estén vivos, nosotros, ni somos consciente ni
tenemos libertad y estamos viviendo en otro mundo irreal y desconocido como
sería soñar algo que hemos vivido o jamás hemos visto.
Todo esto lo permite Dios para que sepamos que
todas estas cosas tan extrañas e inexplicables que nos suceden y sobre todo con
los sueños PLACENTEROS o PESADILLAS porque
serían ensayos o avisos de lo que nos podría suceder a los BUENOS o MALOS en el otro mundo
Muchos
pueden pensar que la eternidad debe ser muy aburrida.
¿Nos
aburrimos durante las ocho horas de sueño cuando nos parecen segundos?
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