jueves, 20 de febrero de 2020

¿POR QUÉ JESUCRISTO DEBERÍA SER EL MÁS ADORADO YA QUE MURIÓ EL MÁS DESPRECIADO?


         En las biografías de todos los prohombres que han existido, se han dado en sus vidas circunstancias, una veces sublimes y otras humillantes; pero en ninguno como en la vida de Jesucristo.

         Recorriendo la vida de Jesucristo empezando por su nacimiento en un pesebre y siendo perseguido a muerte, por Herodes que ya temía perder su poder.

Su vida oculta durante 30 años. Sus tres años de vida pública, dándonos  sapientísimos consejos, que siguen válidos y, ojala siguiéramos y obrando tantos milagros, sin ostentación y con un poder, que jamás hombre pudo ejercer.

         Al final se somete voluntariamente, al juicio más injusto e inicuo, con un jurado, posiblemente compuesto por individuos que fueron curados o ayudados por EL; pero hábilmente manipulado por los que temían que Jesucristo le arrebatara el poder, como hubiera sucedido ahora, LO declararon culpable,  y no con una condena cualquiera, sino a morir crucificado, ordenada por un juez cobarde y prevaricador, que también temía perder protagonismo y poder, como ahora.

         LO contemplamos crucificado sin quejarse y encima perdonando a sus verdugos, dejándonos a su Madre como nuestra y prometiendo el Paraíso al buen ladrón.

         Con este final hubiera sido considerado el hombre más desgraciado de todos los tiempos; pero como ERA  DIOS, tenía que actuar  como  tal.

         Por eso LO vemos resucitado al tercer día,  no como un drogado que ha podido soportar los dolores y aguantar sepultado tres días, según  quieren sostener, contra todo argumento médico e histórico, algunos  indocumentados y malintencionados, sino con todo el poder de UN DIOS, que sólo por AMOR, puso en un platillo de la balanza todos sus sufrimientos y humillaciones para contrarrestar todos los pecados, injusticias y maldades de entonces, de ahora y de todos los tiempos.

         Luego Jesucristo que MURIÓ como  el  hombre, MÁS DESGRACIADO, RESUCITÓ como DIOS, pese a quien pese.

No hay comentarios: