martes, 7 de julio de 2020

IR Y VOLVER, ESO ES LA VIDA

              
             Una vereda, que serpea extensos pinares, conduce a un agreste paraje, donde las aguas ventisqueras estrenan garganta y los picachos contemplan, de lejos, impávidos desde su atalaya, la soledad de una casita con su majada.

            Un pastorcillo desciende de las montañas con su perro, sus cabras y el frío que le viene pisando los talones. Ardillero se cuela detrás y se sienta en sus patas traseras junto al rescoldo de la chimenea y con la lengua colgando no pierde de vista a su pastorcillo que anda preparando la cena."Vaya vida perra que nos chupamos los dos" - dice el pastorcillo al tiempo que le echa algo de su comida al perro.

           La noche juntó el cielo con la tierra y el frío se tumbo en los campos. Dentro de la casita, la luz tenue del fuego y un pastor cincelado a golpe de ilusión y soledad.

          El tiempo enfurecido al sentir encima el peso del frío y de la noche, desencadenó una tormenta y como llovido del cielo, aparecía y desaparecía con el relámpago un hombre que se acercaba a la casita.

           El perro ladró, la puerta golpeada chirrió al ser empujada y el agua y el frío se colaron de cara.

            - ¿Hay cobijo para un viejo calado?

- Donde cabe uno, mejor dos. "fuera la soledad" arrímese aquí - dijo el pastorcillo amontonado leña y soplando el rescoldo.

      Amaneció un sol que jugaba al esconder con las nubes. El juego despertó al perro y a las cabras. El campo bostezó y se llenó de trinos. Pastor y desconocido se vieron bien las caras, se observaron profundamente y congeniaron.

            - ¿ Qué tiene en ese maletín?

          - Un Stradivarius - al tiempo que lo sacaba con mucho mimo y se lo colocaba con rito, casi sagrado, entre barbilla y hombro.

            - Yo también sé tocar - dijo cogiendo el caramillo - pero me gusta más eso.

            - Si quieres, yo te puedo enseñar.
           
           - Quiero aprender cuanto me enseñe. La soledad me ha reventado el alma de ambiciones.

          -¿Cómo deja el mundo que yo ambiciono y se viene al mío que desprecio?

- Eso es el mundo. Unos van y otros vienen. Muy pocos saben de dónde vienen y a dónde van.

 -Unos suben y otros bajan. Saber subir sin soberbia y bajar sin caer, es lo que importa. 

 -Un día me quise ir como tú y me fui. Ahora vuelvo. Para volver, necesariamente hay que ir. Merece la pena arriesgarse. La vida es eso, riesgo.

-Ya lo verás. Lo tienes que ver y vivir tú. Será tu vida, no la mía. Ni tú me puedes empujar nuevamente, ni yo retenerte. La vida que es maravillosa y única la de cada uno es de nuestra exclusiva propiedad; pero recuerda que la de aquí abajo es un PARÉNTESIS.

         Durante años compartieron soledad-ilusión, enseñanza-aprendizaje, fantasía-experiencia, ímpetu-calma, sabiduría-ignorancia,  coraje-madurez, vejez-juventud.

          De este amasijo salió un pastor con el bagaje de arte y conocimientos suficientes para enfrentarse a un mundo nuevo, desconocido y dispuesto a estrenar nueva vida.

        A la puerta de la casita se quedó un día el viejo mirando al pastorcillo, con el maletín del stradivarius, alejarse por la vereda, cabalgando en su ilusión.

      “Qué bonito ver PARTIR de nuevo la propia ilusión y al mismo tiempo sentir ya el descanso del RETORNO.”  

        IR y VOLVER sin moverse y no obstante VIVIR.

        ¡¡Qué descanso tener ya casi VIVIDA la VIDA¡¡.

          ¡¡Cuánta ilusión, cuánta nostalgia¡¡

                        ESO ES LA VIDA.

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