Porque Jesucristo, como Dios, es TODOPODEROSO y los Pobres y los Pecadores son los más NECESITADOS en el cuerpo y en el ESPÍRITU
“No he venido yo a llamar a los justos sino a los PECADORES”
“Yo os digo que en el CIELO será mayor la alegría por un PECADOR que haga PENITENCIA que por noventa y nueve justos que no necesitan de penitencia”
Por eso también dijo: Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Pero ¿Por qué el ser pobre en el ESPÍRITU y hacer PENITENCIA tienen tanto valor ante Dios?
Porque el que acepte su pobreza con resignación, sin revelarse contra Dios ni contra nadie y sigue trabajando honradamente para salir de ella, está cumpliendo la voluntad de Dios y todo eso exige mucho AMOR A DIOS que es lo que más LE AGRADA.
El pecador que reconoce sus pecados, se arrepiente sinceramente, hace PENITENCIA, está realizando el mayor acto de amor a Dios.
Un fariseo invitó a Jesús a comer con él, y entrando en su casa, se puso a la mesa. Y he aquí que llegó una mujer PECADORA que había en la ciudad, la cual sabiendo que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, con un pomo de alabastro de ungüento se puso detrás de ÉL, junto a sus pies llorando, y comenzó a bañar con lágrimas sus pies y los enjugaba con los cabellos de su cabeza, y besaba sus pies y los ungía con el ungüento.
Viendo lo cual, el fariseo que le había invitado dijo para sí: Si este fuera profeta, conocería quién y cuál es la mujer que le toca, porque es una PECADORA.
Tomando Jesús la palabra, le dijo: Simón, tengo una cosa que decirte. El dijo: Maestro, habla.
Un prestamista tenía dos deudores; el uno le debía quinientos denarios; el otro cincuenta. No teniendo con qué pagar, se lo condonó a ambos.
¿Quién, pues le AMARÁ más?. Respondiendo Simón, dijo: Supongo que aquel a quien condonó más. Díjole: Bien has respondido.
Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua a los pies; más ella ha regado mis pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste el ósculo; pero ella, desde que entró no ha cesado de besarme los pies. No ungiste mi cabeza con óleo y esta ha ungido mis pies con ungüento.
Por lo cual te digo que le son PERDONADOS sus muchos pecados porque AMÓ MUCHO.
Y a ella le dijo: Tus PECADOS te son PERDONADOS” (Lu. 7,36)
EL AMOR LO PURIFICA TODO.
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