Al nacer, estamos esclavizados a nuestros padres o a quienes nos cuiden si somos abandonados.
El
que quiera sobrevivir no tendrá más remedio que saber usar
correctamente la esclavitud que le supondrá la obediencia paterna y
social.
Estas esclavitudes ineludibles las soportamos a
regañadientes porque son la consecuencia de haber perdido el Paraíso
por una DESOBEDIENCIA y nacidos con el Pecado Original.
La
Santísima Virgen María, la LLENA DE GRACIA que así la llamó el ángel
Gabriel, respondió. He aquí la ESCLAVA DEL SEÑOR y hágase en mi según tu
palabra.
Por lo tanto, al saber que estaba llena de gracia, supo que era
INMACULADA y así lo REVELÓ el años 1.858 en las apariciones de Lourdes,
cuando al ser preguntada por Bernadette Soubirous que quién era le
respondió; Soy LA INMACULADA CONCEPCIÓN.
El Papa Pío X
declaró el Dogma de la Inmaculada Concepción el año 1.854 mediante la
encíclica Ineffabilis Deus, Dogma que Bernadette ignoraba por completo.
Por
esa OBEDIENCIA y Privilegio de ser INMACULADA se ESCLAVIZÓ a tener que
aceptar que su Hijo siendo DIOS no lo demostrara ni en su Nacimiento, ni
en su Vida Oculta de 30 años en Nazaret, ni en su Vida Pública rodeado
de unos pobres pescadores, verlo morir CRUCIFICADO y después de
resucitar darles las llaves del Reino de los Cielos a Pedro que lo había
negado tres veces.
Gracias a la FE de ALTURA que
vivió, como madre, todos estos acontecimientos, colaboró con su Divino
Hijo a que pudiéramos entrar un día en el NUEVO PARAÍSO.
¿Dónde está nuestra FE ante cualquier actuación de Dios incomprensible para nosotros?
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