Existe un dicho que más o menos dice: “Por todos los caminos se llega a Roma”, cosa que no pongo en duda; pero lo que sí es una verdad incuestionable es que a Dios sólo se puede llegar mediante la FE, monosílabo tan fácil de pronunciar y tan difícil de practicar.
En todas las civilizaciones y culturas han tenido creencias en algo superior, sean mitológicas o astrales.
Este conjunto de misterios, sentimientos y tendencias hacia lo que está por encima de nosotros, son los que constituyen la FE sin especificar en qué se cree.
La fe en Dios es creer en algo que no se ve; pero que alguien con cierta autoridad y para nuestro bien, nos lo dice.
Normalmente creemos en el diagnóstico del médico y en su receta.
Creemos en el abogado que nos va a defender.
Creemos en los políticos cuando nos prometen el oro y el moro.
Creemos en la seguridad del avión, tren, coche etc. Sería imposible vivir sin estas creencias.
Todo esto nos debería llevar a la reflexión de que si aquí abajo, queremos vivir, tenemos que aceptar de que Dios existe.
Si tenemos fe en los médicos, abogados etc.¿ Por que no vamos a creer a los que con estudios y autoridad nos dicen que Dios existe que en ello no ganan nada y, a veces mucho que perder
Recuérdense, los muchos que por atestiguar su fe, fueron martirizados.
“ESTOY VIENDO LOS CIELOS ABIERTOS Y AL HIJO DEL HOMBRE EN PIE, A LA DIESTRA DE DIOS”.
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