Estar en las mano de Dios es lo más predicado, repetido, y, por desgracia, poco practicado.
El que Dios esté en nuestras manos, apenas se predica ni se
conoce y es lo más deseado por Dios y para nosotros sería el no va más.
El que vaya a Roma para estar con el Papa, estará entre
muchos, pero si el Papa viniera a su casa. ¿Cómo lo calificaríamos?
Pues bien claro dijo Dios que su delicia era el estar con
los hijos de los hombres y no que estuviéramos con ÉL.
Jesucristo cuando vivía entre nosotros dijo: Venid a mí
todos los andéis con trabajos y cargas y yo os aliviaré porque lo tenían
presente y palpable.
Pero cuando nos dejó dijo: Yo estaré con vosotros todos los
días hasta la consumación de los siglos.
También dijo: El que come mi carne y baba mi sangre, mora en
mí y yo en él.
¿Se puede tener a Dios en nuestras manos con más intimidad
que cuando comulgamos?
¿Somos
conscientes y lo vivimos a tope?
Tener
FE y vivirla es igual a tener a Dios, no sólo en nuestras manos, sino a nuestra
disposición.
Entre
los muchos milagros que hizo Jesucristo voy relatar el de la Cananea:
Saliendo
de allí Jesús, se retiró a los términos de Tiro y Sidón.
Una
mujer cananea de aquellos contornos comenzó a gritar diciendo:
Ten
piedad de mí, Señor, Hijo de David; mi hija es malamente atormentada por el
demonio, pero EL no le contestaba palabra.
Despídela,
pues viene gritando detrás de nosotros.
Él
respondió y dijo: No he sido enviado sino a la ovejas perdidas de la casa de
Israel.
Mas ella, acercándose, se postró ante ÉL
diciendo:
¡Señor,
socórreme!
Contestó ÉL y dijo:
No
es bueno tomar el pan de los hijos y arrojarlo a los perrillos.
Mas
ella dijo: Cierto, Señor, pero también los perrillos comen de las migajas que
caen de la mesa de sus señores
Como Jesús quiso saber hasta donde llegaba la fe de esta Cananea que no era judía, no tuvo más remedio que exclamar:
Como Jesús quiso saber hasta donde llegaba la fe de esta Cananea que no era judía, no tuvo más remedio que exclamar:
¡Oh
mujer, grande es tu Fe!
Hágase
contigo como TU QUIERES.
Y
desde aquella hora quedó curada su hija.
Luego tener a Dios en NUESTRAS MANOS es tan difícil y tan FÁCIL como VIVIR la FE que es mucho más que TENERLA.
Luego tener a Dios en NUESTRAS MANOS es tan difícil y tan FÁCIL como VIVIR la FE que es mucho más que TENERLA.
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