¿Por
qué los españoles, durante muchos siglos hemos consentido que Fenicios,
Cartagineses, Celtas, Romanos y Árabes se aventuraran a invadirnos,
sin que ninguno de ellos nos dominara?
Porque siempre, tarde o temprano, se ha encendido en
nosotros esa chispa retardada, ya que una mayoría silenciosa invoca la ayuda de
Dios.
Por eso, Dios, para compensarnos de tantas desventuras, nos
lanzó a la gran aventura gracias a
Cristóbal Colón y a los Reyes Católicos, conquistamos medio mundo.
Más tarde, Francia, mediante el engaño benefactor, nos quiso
conquistar; pero con el Dos de Mayo, surgió nuestra chispa retardada.
Rusia, mediante su ideología comunista, intentó hacer lo
mismo y fracasó aunque nos costó mucha sangre y nos ha dejado enfrentados.
Alemania con su Nazismo imperante también lo intentó; pero
gracias a que anduvimos más avispados, tampoco lo consiguió.
¿Podríamos pensar que por habernos defendido de tantos
invasores y haber sido los conquistadores de medio mundo, nos quieran
reconquistar y devolvernos la pelota invadiéndonos con el narcotráfico y ser
puerta de toda Europa?
Todos cuantos nos invadieron lo hicieron por lo
ignorantes, confiados y proclives que
somos a conocer y vivir nuevas aventuras, sin apreciar lo nuestro ni sentirnos
orgullosos de ser españoles, ni acordarnos de Dios, como puede que nos esté
pasando ahora.
Pero como, siempre ha existido esa mayoría silenciosa que ha
suplicado la ayuda de Dios, nos hemos librado de ser invadidos.
¿No
estaremos en peligro de querer vivir una nueva aventura eligiendo que nos gobiernen unos inexpertos sin saber
exactamente quiénes están detrás de ellos y cuáles son sus verdaderos
objetivos?
¿No
deberíamos suplicar a Dios que nos libre de tales aventureros?
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