domingo, 7 de febrero de 2016

Dios mío, ¿DÓNDE ESTÁS?

        ¿Quién no ha lanzado este grito, en momentos de angustia, en los que parece que Dios ni ve ni nos oye?

         ¿Quién no se ha sentido, alguna vez, como si estuviera ante un muro, cuando le ha pedido algo a Dios con FE e insistencia?

         Si tiene memoria, observará que con el tiempo, aquello quedó resuelto de un modo como jamás hubiera podido pensar. ¡¡Cosas de Dios!!

Nunca deberíamos pedir como aquel que dijo: “Señor, dame paciencia; pero que sea ya” ni tampoco se dé en nosotros aquello de “el que espera se desespera.

Cuando se confía en Dios, hay que echarse a dormir, el que sea  capaz.; pero hay que seguir confiando contra viento y marea. Dios siempre CUMPLE

Para que nos sirva de ejemplo y nos anime, recordemos lo que cuenta la Sagrada Escritura, cuando los hijos de Jacob vendieron, por envidia a José su hermano pequeño a unos mercaderes.

¿Pensaría José que llegaría el día que al ser tan poderoso en Egipto, sus propios hermanos tendrían que acudir a él para pedirle grano, por el hambre que había en su tierra?

¿Temería Jacob y sus hijos que al trasladarse a Egipto, al amparo de José, que acabarían esclavos de Egipto?

 ¿Fue la venganza por lo que hicieron con su hermano.? Lo injusto también tiene su paga, tarde o temprano. Esperemos que todas las atrocidades que se están cometiendo, tengan su merecido. Por Dios que sea pronto.   

¿Cuándo la madre de Moisés tuvo que abandonarlo en el río Nilo en un cesto para evitar su muerte, sospechó siquiera que pudiera ser el libertador de su pueblo Israel?

Todo esto en los acontecimientos grandes; pero si cada lector contara algo de su vida, comprobaría que eso sucede continuamente.

Por lo tanto a seguir CONFIANDO en Dios y vivir todo lo tranquilo que se pueda, sabiéndose en MANOS DE DIOS..


         

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