martes, 23 de abril de 2019

¿LA AUTODETERMINACIÓN SE PUEDE CONVERTIR EN UN DERECHO CAINISTA?

      
           Leamos lo que nos cuenta la Biblia de Caín y Abel:


         “Conoció el hombre a su mujer, que concibió y parió a Caín, diciendo: He alcanzado de Yavé un varón.


         Volvió a parir y tuvo a Abel, su hermano.


         Fue Abel pastor, y Caín labrador y al cabo del tiempo hizo Caín ofrendas a Yavé de los frutos de la tierra, y se la hizo también Abel de los primogénitos de su ganado, de lo mejor de ellos, y agradóse Yavé de Abel y su ofrenda, pero no de Caín y la suya..


         Se enfureció Caín y andaba cabizbajo y Yavé le dijo:


         ¿Por qué estás enfurecido y por qué andas cabizbajo? ¿No es verdad que, si obras bien, andarías erguido,  mientras que, si no bien, estará el pecado a la puerta como fiera acurrucada, acechándote ansiosamente, a la que tú debes dominar?. Cesa, que él siente apego a ti y tú debes dominarle a él”


         Dijo Caín a Abel, su hermano: “Vamos al campo”. Y cuando estuvieron en el campo, se alzó Caín contra Abel, su hermano, y lo mató”


         Aunque Dios le dijo a Caín que sus tierras no le darían fruto y que tendrían que anda errante y fugitivo.

         También dijo que si alguien le matara sería siete veces vengado.


         Los que por desgracia o por ley de vida, no son agraciados y enfurecidos las pagan con los agraciados como serían los ricos etc. etc. ya saben lo que les puede esperar aquí en la tierra y sobre todo después, porque la envidia, el odio y la venganza o la violencia no conducen a nada.

         Lo más triste y lamentable es que los que han tenido la suerte o privilegio de haber nacido en una región o pueblo paradisíaco, dotados de muchas cualidades se están creyendo dueños absolutos del pedazo de tierra que pisan, alegando el Derecho a la Autodeterminación, que es lo que Abel pudiera haber pedido a Dios, antes de que su hermano lo matara.

          Ya sabemos cómo trata Dios a los que por razones inconfesables quieran hacerse dueños de un pedazo de terreno por el hecho de estar pisándolo.

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