martes, 2 de julio de 2019

¿POR QUÉ ES MÁS IMPORTANTE DAR QUE RECIBIR?


           Porque el que da es porque tiene. Con esto no estaría todo dicho.   

           Si Alguien se queja de que su lámpara no luce, a sabiendas de que no la tiene conectada con la red, es que está loco o es idiota.

           La energía corre día y noche por los cables; pero si antes no sabemos o no queremos conectar…no nos quejemos.

           Entramos en la iglesia, nos arrodillamos ante el Santísimo y como si nada.

         ¿Hemos PENSADO  que Jesucristo esté allí día y noche.?

          ÉL permanece en el Sagrario, esperando que nosotros lo PENSEMOS para sentir su presencia.

          Una cosa es tener dinero, y otra saberlo gastar para disfrutarlo.

          Lo mismo nos puede suceder en lo espiritual. Una cosa es tener fe y otra saberla vivir para que de veras ilumine nuestro interior.

          Ante un Dios Sacramentado, que ni vemos ni sentimos, tenemos que poner mucho de nuestra parte agudizando el ingenio. 

          ¡¿Cuántos malos pensamientos nos entran por la cabeza que nos hacen obrar el mal?!, 

           Meditemos entre las muchas palabras de Jesucristo, las siguientes:

          “El que come mi carne y bebe mi sangre, mora en MÍ y YO en él”

          "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”
    
          “Venid a MÍ, todos los que andáis angustiados con trabajos y cargas y YO os aliviaré”
    
          “Si alguno me ama y guarda mi palabra, mi Padre lo amará y vendremos y haremos morada en él”.

           La soledad, los temores, las angustias y las depresiones, puede que se nos cuelen por una puerta; pero saldrán por otra, en cuanto vivamos esta fe. Si Dios está con nosotros. 

         ¿Qué o quién contra nosotros?

          No es más feliz el que más tiene, sino el que se conforma con lo que tiene.

          Cuando un contratiempo nos enfurece. ¿Qué adelantamos con quejarnos de Dios?.

         Sería como darse de cabezazos contra un muro. Si aceptamos resignadamente la voluntad Divina, el problema no desaparece; pero, al menos, sentiremos algo de paz y tranquilidad. 

          La calma siempre viene después de la tormenta.

          Para que sepamos cómo conectar con Dios, leamos lo que un día le dijo Jesucristo a Santa Teresa:

        “¡ Ay, hija mía, qué pocos me aman con verdad! Que si me amasen, no les encubriría mis secretos. ¿Sabes qué es amarme con verdad? Entender que todo es mentira lo que no es agradarme a MÍ. Con claridad verás esto que ahora no entiendes en lo que aprovecha tu alma.”

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